
Dr. Luis Sujatovich* –
Los estereotipos físicos han pasado por el fin de la modernidad sin mayores inconvenientes. Es significativo que las instituciones educativas, la familia, el dinero, el trabajo y los medios de comunicación (por mencionar aquellos que resultan más evidentes) hayan tenido que esforzarse para adecuarse a las nuevas condiciones sociales y culturales que se han ido gestando en torno al vínculo con la tecnología, ya que es el signo más característico de la nueva etapa. Si algo se asumen contemporáneo significa que puede establecer una relación con la red.
La disposición hacia la belleza física uniforme, sin embargo, se mantiene tanto, que es una de las causas más frecuentes del bullying entre adolescentes. Cabría preguntarse entonces, ¿cómo es posible que lo haya logrado? La lista de responsables es muy probable que incluya a los medios, a las publicidades, al cine, y las redes sociales. No parece necesario insistir en que los contenidos de las plataformas pertenecen, cada vez más, a los gustos de los consumidores que a los designios de los productores, dueños y empresarios. Aunque es preciso admitir, sigue siendo una coartada que se valora como intelectual sostener que los medios no dejan que la sociedad piense, excepto a unos pocos. Antes era no tener televisión, ahora es carecer de perfiles en redes sociales.
¿Qué promete un cuerpo que cumple con las medidas establecidas? Es decir, ¿cuáles serían los beneficios que reportaría? La salud quedaría descartada, porque hay evidencias que no es el camino para lograrla, los regímenes, las operaciones y los sacrificios alimentarios están en las antípodas de cualquier bienestar armónico del cuerpo. La razón emerge con facilidad: se estima que ofrecerá más placer sexual que cualquier otro cuerpo. De allí que resulte tan importante su exhibición. Se estima que hay una correspondencia directa (e infalible) entre unas medidas y el goce mayor, absoluto, perfecto.
Si así fuera, ¿qué suerte correríamos quienes no hemos tenido esa posibilidad? Habremos experimentado a lo largo de nuestras vidas una suerte de cuasi-placer, un placebo que sólo unos pocos pueden detectar, me refiero a quienes – por alguna circunstancia azarosa – pudieron hacer el paso de un cuerpo a otro. La respuesta afirmativa nos conduce a otra interrogación: ¿entonces a lo largo de la historia de la humanidad el placer sexual fue de unos pocos, teniendo en cuenta que los cánones de belleza han cambiado mucho y que los actuales no tienen tanta longevidad como parece?
El problema se suscita cuando advertimos que no existe una unidad de medida (objetiva) que permita establecer un índice acerca del placer. Su condición es tan subjetiva que se vuelve compleja de transmitir, las definiciones hablan de experiencias, sensaciones, sentimientos, por lo tanto, toda cuantificación es una ilusión o una estafa.
La relación cuerpo-placer es una invención tan ridícula, como suponer que una persona calva piensa menos que una con una larga cabellera.
El placer sexual es una experiencia altamente subjetiva y compleja que depende de una variedad de factores físicos, emocionales y psicológicos, nos enseña el chat GPT.
*Profesor Universitario – UDE – Universidad Siglo 21 –
Fuente de la imagen: https://unsplash.com/es/fotos/retrato-de-una-persona-autista-no-binaria-con-su-esposa-al-aire-libre-KoQB0l-ZIdA