Los niños y los adolescentes son nuestra otredad más próxima

Profesor Dr. Luis Sujatovich – UDE – Universidad Siglo XXI –

Las dificultades comunicativas que se expresan cotidianamente en la red, bajo diferentes denominaciones tales como filtro burbuja, cultura de la cancelación y discursos de odio, ¿incluyen a todas las franjas etarias o se trata de un problema de los adultos que, como suele suceder, se asume como absoluto?  Los niños y los adolescentes, ¿experimentan las mismas dificultades y también se muestran incapaces de resolverlas?

Si nos dejáramos convencer por los estudios más difundidos, su relación con las tecnologías digitales es muy negativa: desde las adicciones a los videojuegos a las amenazas de las redes sociales convertidas en espacios para captar inocentes y convertirlos en víctimas. ¿No hay nada más que amerite indagar? No se rechazan los problemas, sin embargo, la omisión permanente de otros atributos derivados de la participación de las generaciones más jóvenes, debe, por lo menos, resultar extraño. Excepto que consideremos que los asuntos relevantes son de los mayores y que el resto, sólo merece atención en tanto sujetos indemnes y pasibles de engaños.

¿Será que tratamos a los niños como una minoría y a los adolescentes como un público objetivo de productos pero que no es capaz de construir una opinión válida? Por diferentes motivos, pero aunados en aquello que les falta para ser reconocidos como pares, o al menos, como integrantes de un colectivo que posee significación social y cultural.

¿Cuántas encuestas se han difundido acerca de los anhelos de los niños, de sus preocupaciones y de su interpretación de la realidad? Y tampoco las campañas políticas suelen incluirlos, excepto que se trate de una foto o de alguna medida respecto al deporte o a la educación formal. De alguna forma, se acepta que son personas a medias o en proceso de construcción (suponiendo que los adultos ya estamos en condiciones de considerarnos completos y en estado óptimo) y que, por lo tanto, su lugar es el de la espera, de quien es apenas objeto del cuidado del otro, pero formando parte de la otredad. El adulto es el centro, el niño solo estará allí en el futuro. Por eso, mientras tanto, debe aprender, no actuar.

Los adolescentes sirven para vender productos y para celebrar la juventud, pero sus ideas no pueden tomarse en serio. Y entonces quedan recluidas para los centros de estudiantes y otros espacios de participación digital que suelen estar muy alejados del contacto adulto, para así evitar darles las malas noticias de que aquello que proponen es imposible y que cuando maduren, se darán cuenta de todos sus errores.  ¿Quién no ha sido botín y luego impulsor del paternalismo?  

La red debería ayudarnos a visibilizar a la otredad más próxima que tenemos, aquella que comparte nuestra vida pero que carece de oportunidades para existir por fuera de los marcos interpretativos que les oponemos. Necesitan dejar de ser nombrados, apañados y tutorizados bajo el pretexto de que sólo quienes llegan a la adultez están en cogniciones de decidir, opinar y acordar las acciones a implementar para conducir la sociedad.

Fuente:https://unsplash.com/es/fotos/iDCtsz-INHI