Año 2013. Diario de Cuba (una vueltita por la historia), parte XI

Por Jorge Zanzio –

Día 11:

Luego de desayunar con nuestros compañeros de ruta en el quincho del complejo habitacional en donde nos hospedamos en Santi Espíritu, abordamos el colectivo para continuar viaje hacia la ciudad de Trinidad o Villa de la Santísima Trinidad (ubicada al sur de la provincia de Sancti Spíritus. En 1988 Trinidad fue nombrada patrimonio de la humanidad por la UNESCO). Es una pequeña ciudad que no alcanza los ochenta mil habitantes, pero que al conocerla todos quedamos encantados por su maravillosa fisonomía y potencia cultural. Visitamos iglesias y espacios en donde artesanos locales exponen sus trabajos para la venta. En una posada nos dieron de beber “Canchánchara”, un coctel que se puede beber caliente o frío, hecho en vasijas de barro y que contiene: aguardiente, miel, jugo de limón y hielo picado. Según nos cuentan es una bebida que le daban a los esclavos en el siglo XIX como energizarte para el trabajo (hurgando en internet encuentro que, en la guerra de los 10 años que se sucedió de 1868 a 1878, y que buscaba independizar a la isla de España y la abolición de la esclavitud, la ingerían los soldados del ejército nacional para soportar las carencias que producía la lucha). Es una bebida que no me desborda, pero es rica, y tal vez en algún momento de desgano físico platense intente replicar su virtud.

Luego de varias horas de ir y venir, Tania, nuestra anfitriona nos indica que partimos en dirección a Cienfuegos (capital de la provincia del mismo nombre); ciudad en donde su costa marítima mira a América del Sur. Se trata de uno de los lugares más prolijos, limpios, y cuidados de la isla, pero para mi gusto y el de mi compañera, carece del encanto de las otras geografías ya recorridas.

Joaquín, con su casi seis años, en este viaje se volvió compinche de Carmen, una mujer española, cincuentona, muy agradable, y también de un vietnamita de veintipico llamado Tiempo, que habla muy bien el español y  que está finalizando la carrera de educación física en Cuba. Los tres se llevan muy bien y van juntos de aquí para allá. Grupo extraño, pienso, pero habrá que creer o reventar, porque cuando hay química entre la personas no existe edad ni barrera étnica que interrumpa el devenir de un eventual apego. Acaso Rick, el estadounidense dueño de un café en Casablanca  no le dijo al capitán francés Renault mientras se alejan entre la bruma del aeropuerto: -Louis, creo que éste es el comienzo de una hermosa amistad.

Seguí cada sábado este diario de viaje por la Isla de Cuba.

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