La red y la micro militancia: las inoperantes variedades que discutimos a diario

Profesor Dr. Luis Sujatovich – UNQ – UDE –

Las interacciones en las redes sociales se han transformado en el modo dominante de habitar la red. Entendida ésta como una forma particular de participar, intercambiar y consumircontenidos de diversa índole. Pero, hace ya mucho tiempo, no se trata sólo de compartir preferencias sino de hacer de ellas la mejor elección respecto de cada uno de los rubros aludidos, fabricando así la noción de una infalible colección de valores, actitudes e ideas que encumbra a sus adherentes y sumerge a sus detractores al infierno más temido, al sub-espacio de los bloqueados.

Se podría suponer que estas diferencias existieron siempre, sobre todo en nuestro país tan afecto a las dicotomías. Sin embargo, es preciso destacar que ya no se trata de oposiciones fundantes de la política nacional, ni tampoco de conflictos religiosos ni siquiera deportivos. En cualquier de esos, los ejemplos se multiplican y llegan hasta los orígenes de la humanidad. Sin embargo, la absurda novedad consiste en los nimios asuntos que suelen reducir la complejidad del espacio público a un debate de consorcio y a una disputa ideológica a un intercambio acerca de las ventajas del verano sobre el invierno o viceversa. No se trata de revalidar la ociosa letanía frankfurtiana en contra de los consumos culturales populares, sino más bien de avanzar sobre ellos e interrogarnos respecto de la micro militancia sobre pequeñeces. Un estilo de ropa, una comida, un software, generan feroces discusiones que no sólo no conducen a una síntesis (¿cómo podrían hacerlo?, si la construcción del conflicto no tiene otro fin que la exposición de frases de barricada juvenil), sino que apenas permiten advertir que ante la ausencia de grandes relatos y sin referentes a los cuales asirse, las subjetividades naufragan en la infructuosa búsqueda de un sentido que habilite otros y no se agote en sí mismo.

La pasión que se dispone para aclamar la cantidad de vasos de agua debemos tomar antes del desayuno, no responde a la bondad de algunos esclarecidos que han tomado para sí la misión de mejorar a la humanidad. Ya que, si así fuera, optarían por aumentar su llegada a todos los habitantes y no sólo a los que se sienten agradecidos por las enseñanzas recibidas. Quizás se trate de otro acto de vanidad, pero menos evidente. En vez de darnos el producto terminado, nos ofrecen las soluciones que debemos adoptar para alcanzar el mismo resultado. No deja de ser un acto de amor, aunque sobre sí mismos. ¿Será que una gozar de una convicción da derechos sobre los demás?

A veces la intensidad de la felicidad, que sucede de manera inesperada ante un suceso minúsculo, impulsa acciones que en su arrebato emocional confunden la opinión con la certeza, el fragmento con el objeto completo y al otro con un yo a mejorar.