La noticia es un género de opinión

Profesor Dr. Luis Sujatovich – UDE – Universidad Siglo 21 –

La noticia se ha convertido en un género de opinión. Ningún medio, ni siquiera los más tradicionales, han podido escapar de la práctica discursiva que fueron acendrando las redes y los portales informativos menos rigurosos. La proximidad con el entretenimiento, acaso el modelo hegemónico de la cultura contemporánea (hasta un remedio se ofrece con una alusión a la diversión) ha impactado con mucha potencia en la caracterización de la información y por lo tanto en el desempeño periodístico.

Un titular no se basa en el verbo que utiliza, sino en los adjetivos. Es más importante explicitar el criterio de quien redacta que el hecho, a veces se insiste tanto en este ejercicio que no hay acontecimiento, simplemente se toma una circunstancia menor, como un excusa para juzgar. A veces se asemejan a esas personas que están solas en un lugar público y buscan afanosamente un interlocutor, a veces  para dejar de estar solos o, más frecuentemente, para tener con quien quejarse. ¿Será que los medios se sienten solos?

La mayor dificultad que produce la existencia permanente de la subjetividad elocuente es que acaba resultando aburrido: el sensacionalismo crea costumbre y luego de años de consumo, pierde su efecto. Y entonces dejamos de advertir su existencia, que se basa en la modalidad disruptiva de su discurso, en la diferencia que puede establecer con textos redactados bajo otras modalidades, de lo contrario, si es sólo uno más, pierde su efecto. Una persona desnuda en la calle causa furor, espanto o risas. Si nadie sale vestido, no hay efecto posible.

Prescindir de la búsqueda de la objetividad se vuelve indispensable. Es cierto que ya ha sido demostrado que no es posible hallarla en su grado máximo, sin embargo tampoco la verdad es absoluta y no por eso andamos firmando contratos o vendiendo autos en broma, considerando que no tendremos consecuencias. Quizás sea el momento de emprender un recorrido alternativo, algo así como una versión opuesta al nuevo periodismo. Si esa corriente significó la apertura a nuevos recursos estilísticos,  ligados a las sensaciones, las voces populares y las experiencias de los sujetos menos relevantes de una sociedad, para ofrecer una manera más arriesgada, más cercana y testimonial para enfrentarse al ejercicio duro, eficiente y prolijo de los grandes diarios. Fue una apertura sustancial para acreditarse como contemporáneos, para que las nuevas generaciones de lectores confiaran en ellos.

Hace falta, en consecuencia, una reformulación tan sustancial y creativa pero en una dirección diferente: persistir en la mera subjetividad ha devenido en mercadería de bajo costo que nadie quiere comprar. Tampoco se podría intentar, por anacrónico, un retorno a las férreas y distantes columnas de los matutinos de comienzos del siglo XX. Por lo tanto, el futuro se anuncia complejo. Habrá que reinventar el oficio, recurrir a los manuales para recuperar las fuentes y a la vez continuar dialogando con las personas que fabrican a diario la realidad.

La pura emoción habrá que reservarla para algunos sucesos y las opiniones guardarlas para cuando alguien las solicite. En el periodismo nadie es más importante que el acontecimiento.

Fotografía: https://www.pexels.com/