Año 2013. Diario de Cuba (una vueltita por la historia), parte VII

Por Jorge Zanzio –

Día 7:

Este lunes amaneció gris y frío, pero a medida que va transcurriendo el tiempo, la jornada se torna soleada y cálida.

Caminamos por la calle 23 hasta toparnos con el Centro Cultural Cinematográfico “Fresa y Chocolate”, nombre en honor a la pequeña gran película homónima de 1993, dirigida por Tomas Gutiérrez Alea y Juan Carlos Tabio. El aura del espacio nos recuerda a nuestro emblemático C. C. Rojas. Damos una vuelta rápida por el lugar prometiéndonos volver para percibirlo con más tiempo. Ahora, a Mercedes, degustadora vitalicia de helados le urge llegar a la famosa heladería “Coppelia”. Yo, amante a ultranza de lo salado, acompaño sin grandes expectativas; Joaquín es de los míos, con lo dulce, ni pío.

Llegamos a “Coppelia”. El lugar es de grandes dimensiones, pintoresco, y nos da la sensación de ingresar a un parque de diversiones por la cantidad de callecitas internas y de puestos expendedores de helados. Luego de ingerir el suyo, Mercedes sufre una gran desilusión alegando que, cualquier heladería más o menos digna de la ciudad de La Plata (nuestra ciudad natal en Argentina), con sus sabores eclipsa esta experiencia gastronómica. Yo, sin ser experto ni mucho menos, suscribo.

Cabe resaltar la arquitectura de la Habana Vieja que, a pesar de cierta decidía en el mantenimiento nos impacta paso a paso, nos transporta en la historia, nos inspira.

Por las calles céntricas de la capital desde los autos rusos marca Lada que en Cuba se suelen utilizar para taxis, mientras transitan lentamente, los choferes, asomándose por las ventanillas gritan ofreciendo sus servicios a turistas.

En el malecón el mar de un azul penetrante golpea contra el muro salpicándonos con entusiasmo. A Joaco le divierte jugar a esquivar la lluvia espumosa. Mientras tanto las parejas de enamorados hacen caso omiso a ese festival de agua y enmarcadas por un sol anaranjado se besan como si se tratase de la última vez. A pesar de la crisis económica siempre hay espacio para el amor; ¡salud por ellos, por nosotros!

Ingresamos en una pequeña librería de usados de la Habana Vieja en donde compro el libro de Alejo Carpentier “Razón de ser” que trata de cuatro conferencias que pronunció en 1975 en Venezuela, y en donde explica su vida como hombre, artista  y ser social. También adquiero el libro “La historia me absolverá”que plasma el alegato de Fidel Castro en el juicio al que fue sometido por el ataque al cuartel Moncada el 26 de julio de 1953. Unos años después sucedería el gran acontecimiento histórico que todos ya conocemos.

De regreso a nuestro lugar de residencia, de pasada en un mercado nos llevamos un pan casero, exquisito. En la heladera nos espera un jamón también delicioso para darnos un gran banquete.

Seguí cada sábado este diario de viaje por la Isla de Cuba.

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