Borges ante un nuevo desafío: Hacia la conquista de los jóvenes lectores que todavía no lo conocen

Por R. Claudio Gómez –

Se celebra hoy el Día del Lector. Para aquellas personas para las cuales la lectura no representa nada más que un ejercicio informativo, esta jornada pasará casi desapercibida. Casi, porque la eficacia de los medios y de las redes posiblemente les recordará que un día como hoy nació, hace 122 años, Jorge Luis Borges y en esa recordación se conmemora esta fecha.Todos leen. Aún los analfabetos leen, porque aprecian signos en los gestos y la escritura es también un gesto. Pero no todo el mundo tiene la pasión por leer. Y está bien, porque si los gustos de la humanidad fueran universales siempre faltarían materiales para saciar el deseo o, peor, esos materiales serían seriales y de escasa calidad y previsibles.

Muy poca gente lee obsesivamente. Hay, pero son pocas las personas que lo hacen. Hay gente que observa pájaros en excursiones a los bosques; son pocas personas, pero esa práctica existe, igual que la de los pianistas, los pintores y los youtubers, por ejemplo. Hay gente para todo. Y hay gente que practica la lectura con obsesión.

La lectora o el lector es un aventurero que recorre mundos extraños y personajes complejos con una pulsión que se parece mucho a la adicción. Hay gente que apura un libro para poder iniciar otro ejemplar, un ejemplar que lo acecha en una pila impaciente.  Leer es una actividad placentera cuando se la enfrenta en esa condición. No se parece en nada a estudiar; es una tarea tan diferente al esfuerzo o al sacrificio como la de escalar el Aconcagua a la de encontrar en algún manual cuánto mide. Los que llegan al pico, lo hacen para descender. No hay más camino. El próximo paso es el cielo. Los libros representan esa sensación de haber alcanzado la cúspide, para volver a empezar. Pero no a todo el mundo le gusta escalar.Sin embargo, en la lectura no hay riesgo de vida, aunque sí existe el miedo, el frío, el viento fuerte y penetrante y el auxilio indispensable de una compañera o un compañero.

Fue Borges, precisamente, quien señaló que el libro es el mayor invento de la humanidad, porque el resto de los inventos son extensiones del hombre, como la pala que es una extensión del brazo o los anteojos son extensiones de la vista. Borges opinó que el libro es una extensión de la memoria y de la imaginación, por eso lo consideró el mayor invento.

A fuerza de las deformaciones que producen los dichos y diretes, muchas generaciones de lectores no accedieron a Borges. Los motivos son variados. Por un lado, se creó la mitología de que el escritor de “El Aleph” es un autor difícil de entender. Eso es falso. No es otra cosa que la negación de la elite a permitir que los jóvenes accedieran al Maradona de las letras, al mejor escritor universal.

¿Por qué? Porque leer a Borges era una tarea de los “ilustrados” y no de los sectores populares. Quienes no entendieron a Borges fueron quienes, por décadas, lo encerraron en una cajita de cristal. Borges es un escritor sencillo, con sus manías y claves, igual que el resto de los escritores de todas las épocas, de todos los rincones de planeta.

Cuestiones políticas incidieron sobre el arte borgiano, como Guernica incidió sobre Picasso, aunque al revés: el arte magnífico cedió a la imprudente ideología. Borges y Perón son la cara y el revés de la misma moneda. Constituyen el ser argentino. No hay uno sin otro. Ambos construyeron arte, a su modo, arte trascendente.

Borges es el lector que no se jacta de lo que escribió, sino de “lo que he leído”, explicó. Hijo de la privada biblioteca de su padre y de las memorias heroicas que le relató su madre, Borges alcanzó el núcleo filosófico de la literatura: resolvió genialmente con letras el espíritu puro de la ficción y de la poesía, como todavía nadie lo ha logrado.

Dijo el Coronel Frank Slade (Perfume de mujer. 1992): “Tienen el futuro de este niño en sus manos, comité. Es un futuro valioso. Créanme. No lo destruyan. Protéjanlo. Abrácenlo. Los hará sentir orgullosos algún día. Se los prometo”.

Lo mismo se puede aplicar a la literatura de Borges, pero en lugar de orgullosos, sus lectores se sentirán sorprendidos y agradecidos. Es que así son los lectores, esos que hoy festejan su día.