
En 1913, una niña de 10 años llamada Sarah Rector recibió una parcela de 160 acres en Oklahoma como parte de un programa de asignación de tierras.
Dado que las mejores tierras de cultivo estaban destinadas a las personas blancas, le asignaron una parcela de tierra que se consideraba improductiva.
Sin embargo, luego se descubrió petróleo en esa tierra, lo que la llevó a convertirse en una de las primeras millonarias afroamericanas del país.
Sarah Rector, nacida en 1902 en Oklahoma, era descendiente de esclavos afroamericanos que también tenían raíces en la tribu Muscogee Creek. Su vida dio un giro inesperado cuando, a los 11 años, su parcela de tierra, inicialmente considerada inútil, comenzó a producir 2,500 barriles de petróleo al día. Esto generaba ingresos diarios de aproximadamente 300 dólares en ese entonces, lo que hoy equivaldría a unos 8,000 dólares.
Su riqueza atrajo mucha atención, tanto positiva como negativa. Debido a las leyes de la época, se le asignó un tutor blanco para manejar sus finanzas, lo que era común para personas negras con grandes propiedades. Además, Sarah fue objeto de rumores y controversias, pero también logró superar los prejuicios raciales de su tiempo. Más adelante, invirtió en negocios y propiedades, y vivió una vida de lujos y éxito.
Es conocida como la “niña de color más rica del mundo” y su historia sigue siendo un ejemplo de cómo las circunstancias pueden cambiar drásticamente.
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