¿Gran Hermano o Gran Boludo?

Por Greta Lapistoy –

Cuando hace más de 15 años  escribí mi novela decía que la sociedad le tenía más miedo a un “loco” que a un criminal. Hice una crítica sobre esa observación y llegué a la conclusión que estaba más enferma la sociedad que el supuesto loco.

Aún no había escuchado al sabio de Facundo Cabral cuando cuenta que su abuelo sólo temía a los boludos y hoy comparto el mismo temor con ese hombre mayor que hace tiempo está en el cielo.

Dejar de temer a un boludo, al ver lo que son capaces de hacer, sería convertirme en uno de ellos.

Albert Einstein dijo alguna vez: “Dos cosas son infinitas: la estupidez humana y el universo; y no estoy seguro de lo segundo”. El casting público que están haciendo para la próxima temporada del programa televisivo “Gran Hermano” demostró que tenía razón, la primera es segura el segundo aún no.

Un policía mendocino se anotó en dicho casting para ingresar a la famosa casa;  en el video de presentación admitió que tiene un carácter fuerte y dijo que a veces “creía que podría ser bipolar” (sic). A este muchacho no se le ocurrió ir a consultar a un psicólogo o a un psiquiatra sino que tuvo la patética idea de tomar una enfermedad como la bipolaridad como un atractivo para el programa, sin pensar siquiera en las consecuencias que podía acarrear en su vida laboral. Menos aún tuvo respeto por los pacientes diagnosticados realmente con bipolaridad (y no que “creen que podrían ser”) y a sus familias que tanto esfuerzo hacen para convivir con dicha enfermedad.  

Desde la fuerza de seguridad para la cual trabaja dispusieron separarlo y retirarle el arma reglamentaria, además de iniciarle un sumario. Alguien actúo con sentido común, el menos común de los sentidos en esta época. No creo que la bipolaridad sea causa suficiente para quitarle el arma porque sabemos bien que, estabilizado y tratado con los profesionales correspondientes, podría estar apto sino por lo peligroso que es tener un boludo armado que por unos minutos de fama es capaz de perder su trabajo; en un país donde gran parte de la sociedad se desespera por tener un trabajo estable.

Pero no fue el único. Le siguió una maestra de Campana que para formar parte del programa admitió en un TIK TOK que vende contenido erótico; lo cual causó tal rechazo entre las familias de sus alumnos y alumnas que exigieron su renuncia. Después podríamos debatir si tienen o no derecho a meterse en la vida privada de la docente fuera de su horario laboral. Ahora el tema es: ¿se puede ser tan boluda de contar algo tan íntimo sabiendo que puede perjudicar tu trabajo tan solo por ser famosa un ratito?

Nunca olviden que no hay dos sin tres, así que apareció recientemente otra candidata a Gran Hermano que nos confirma lo que veníamos planteando. Ex diputada, esposa de un ex Intendente, empleada del Instituto de Previsión Social de la Provincia de Buenos Aires, madre de tres pequeños; a los cuales abandonaría por un tiempo para encerarse en “la casa” porque parece ser que su objetivo es ser famosa. Contó que a los 18 años se había postulado y no se le dió y esperaba que esta sea “su oportunidad”. Lo que nos hace pensar que durante 16 años postergó ese sueño, para mí un tanto boludo pero para muchos parece ser importantísimo lo cual es respetable, y mientras tanto se dedicó entre otras cosas a ser diputada para entretenerse hasta que le llegara “la oportunidad”. Quizás sea momento de empezar a observar con más profundidad a nuestra supuesta Honorable Cámara de Diputados, ¿no les parece?

No puedo imaginarme a Alfredo Palacios teniendo como meta formar parte de un programa televisivo de entretenimiento. De hecho su bajo perfil y su austeridad le valió una vida de grandes privaciones en sus últimos años, y a diferencia de los últimos políticos que partieron al más allá con herencias millonarias, él falleció en absoluta pobreza. Tampoco me imagino a un miembro del ejército de San Martín perdiéndose la oportunidad de cruzar los Andes para liberar América por participar de un programa semejante, que sólo crea estrellas fugaces, en la mayoría de los casos. Ni a Mary O. Graham vendiendo su intimidad porque el sueldo docente no le es suficiente.

¿Los boludos aparecieron en el siglo XXI o las redes sociales los hicieron más visibles?

Por lo que hay que temerles es porque, como decía el abuelo de Cabral, “son muchos y no hay forma de cubrir semejante frente”. Y lo peor es que ellos creen que no lo son, lo cual puede ser muy peligroso.

¿En esta nueva temporada elegirán al Gran Hermano o al Gran Boludo?