
Por Lic. Carlos Toledo* –
Cuando el escritor inglés Tolkien, escribió el Señor de los anillos, magnífica obra de la literatura fantástica, crea una raza de criaturas deformes, de aspecto físico amorfo, poseyendo rostros brutales y feroces, piel de tonos fluctuantes entre verde oscuro y pardo, orejas puntiagudas y afilados colmillos en sus mandíbulas. Además eran escasamente inteligentes y usados como soldados por las fuerzas del mal, detestan la luz del sol y odian todo lo existente. De ahí se desprende que los Orcos son humanoides de apariencia espantosa y atroz. Podríamos agregar que sus técnicas de combate se reducen a lo instintivo, se ejercitan continuamente en sus numerosas marchas por caminos anchos cual avenidas.
El estereotipo, el imaginario social, el público y otros puntos enmarcados en los estudios de publicidad y de Opinión Pública son utilizados por los medios para marcar las conductas sociales en los últimos años y también para articular las campañas políticas. Estos discursos de los actores intervienen en el ámbito socio-político y las réplicas discursivas se trasladan a los auditorios y los electores.
Cuando el ex presidente Macri en dialogo con el periodista Joaquin Morales Sola en el canal Todo Noticias afirmaba que: “Los jóvenes no se van a quedar en casa si estos señores empiezan a tirar toneladas de piedra, los jóvenes van a salir es su oportunidad, entonces los orcos van a tener que medir muy bien cuando quieran salir a la calle a hacer desmanes” afirmo.
Podemos observar la verdadera importancia que adquieren los estereotipos como propagadores de comportamientos sociales, lo primordial radica en ver que, como señala Elizabeth Noelle-Neumann, la difusión de los estereotipos en las comunidades actuales sirve esencialmente para establecer nuevas y más sutiles formas de control social.
El estereotipo está íntimamente relacionado con el concepto de estigma, desarrollado por el sociólogo canadiense Irving Goffmann. Para él, es el medio social el que establece las categorías de personas que en él se encuentran. Así, la mera presencia de un extraño ante otro individuo, moviliza las primeras apariencias que permiten “prever en qué categoría se halla y cuáles son sus atributos”. Estos atributos, que pueden demostrarse como pertenecientes a este individuo observado, son su “identidad social real”.
El estigma es un atributo que vuelve a una persona diferente a las demás, que la convierte en alguien “menos apetecible” y hasta inferior con respecto a la figura de una “persona total y corriente”, para reducirlo a un ser ficcionado y menospreciado. El autor explica que el concepto de estigma no debe entenderse de un modo esencial sino relacional. El atributo que en apariencia identifica a una persona como diferente, en realidad confirma la “normalidad” de otras personas, El estereotipo y el estigma son pasibles de esparcirse a través de los medios de comunicación y de diferentes políticas de Estado.
*Licenciado en Comunicación Social – Profesor Universitario – UNLP – UDE.
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