Todos hemos colaborado para crear a los prosumidores

Profesor Dr. Luis Sujatovich – UNQ – UDE –

Henry Jenkins en su libro “la cultura de la convergencia, publicado en 2006, ofrece una caracterización acerca de los prosumidores. Los define como sujetos que no se conforman con ejercer el consumo crítico de los medios sino que extienden las historias, las recrean y las comparten por la red. De esa forma, su condición frente a los contenidos es doble. Incluso, como en el caso de los Youtubers, aunque sus producciones se suelen crear en referencia a alguno creado por la industria mediática (por ejemplo, cuando hablan sobre series, películas, etc.), suele crear su propio circuito de distribución llegando a concitar la atención de millones. Se trata en consecuencia de un fenómeno comunicacional contemporáneo en plena expansión. Sin embrago, es posible hallar en el siglo XX prácticas de proto-prosumidores, que de alguna forma anunciaban a los nuevos hábitos.

La aparición de equipos de música con doble casetera, que permitían grabar de una a otra y también de la radio,  tal vez conforme uno de los primeros estadíos a considerar. Se daba así la posibilidad de construir listas de canciones según el gusto de cada persona. Si bien no existía la posibilidad de difundirlo ampliamente, más de una fiesta pudo realizarse con música gracias a esos ejemplares. Además, permitió generar una escucha que se fue acomodando a la discontinuidad de los intérpretes (e incluso géneros) junto con las nuevas formas de difusión radiofónica, en especial con la irrupción de la FM. La proliferación de las videocaseteras y el servicio de televisión paga ayudaron a trasladar esas prácticas a los videos. Era frecuente a principios de la década del ´90 que las familias tuvieran una pequeña colección de videos acerca de sus preferencias musicales, cinematográficas, televisivas y que las utilizaran para amenizar reuniones. Podríamos sumarle las filmadoras, aunque su impacto fue menor debido a su costo.

Los álbumes de fotos también ofrecen una alternativa para nuestro repaso: del orden jerárquico  y lineal que aplicaban meticulosamente nuestros mayores, se fue pasando a uno que respondía a los intereses y valoraciones del interesado. Las etiquetas que solían regalar las tiendas de revelado ayudaron a instaurar la intervención como una oportunidad para apropiarse de un modo original (o al menos, personal) de la fotografía. Quizás sea posible articular los casetes con canciones diversas, los videos con fragmentos de programas y el zapping como hábitos que inauguraron una aproximación diferente a los medios de difusión, para traccionar en pos de convertirlos en espacios que habiliten la inscripción de los sujetos más allá del mero rol de la recepción.

 Todos hemos colaborado para crear a los prosumidores. De alguna forma, somos un antecedente necesario. Somos piezas vivientes para una arqueología de la comunicación.