Si muero antes que mi perro, por favor, déjenlo ver mi cuerpo. Para él, soy su mundo entero, y entiende la muerte más de lo que imaginamos.
Si siente mi partida, llorará y me recordará en paz. Pero si no vuelve a verme, podría pensar que lo abandoné, esperando eternamente mi regreso.
Si muero antes que mi fiel compañero, permítanle despedirse de mí. Él merece ese cierre, porque compartimos la vida en silencios y miradas, en momentos de compañía profunda. No fue solo un perro; fue amigo, guardián, y una extensión de mi ser.
Permítanle oler, comprender, y llorar, porque así aliviará su corazón y su espíritu podrá descansar en calma, sabiendo que no lo dejé sin más. En su nobleza, él seguiría buscándome sin final, pero déjenle saber que mi amor permanece. Así, tal vez, pueda encontrar su paz y un nuevo comienzo.
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Fuente: Textos diversos y similares de distintos autores.