Pasan a su lado

Por Greta Lapistoy –

Pasan por su lado, algunos hacen de cuenta que no lo ven, otros lo miran con desprecio y los más piadosos lo observan con compasión. Sabe que los otros tienen sentimientos encontrados  y por eso prefieren a veces no mirarlo para evitar contradicciones internas o conflictos morales.

Ha llegado a escuchar que un hombre le decía a su mujer que no lo ayude con dinero o con comida porque sino nunca dejaría de dormir en la calle. Seguramente él se preguntó lo mismo que yo: ¿Qué placer imagina ese señor que pueda sentirse al descansar sobre las baldosas, si a eso se le puede llamar descansar? 

Las personas lo miran de costado, nota en sus miradas qué piensan mientras lo inspeccionan con sus ojos. Sabe que se preguntan: ¿Cómo habrá terminado este hombre acá? ¿Qué habrá hecho? ¿Será el alcohol que lo dejó tirado? ¿Lo echó la familia? Esas preguntas se traslucen en las contemplaciones compasivas, en las juzgadoras, algunas de, esas preguntas se convierten en afirmaciones como si ellos conocieran su historia. Sin imaginar siquiera, por un momento, que alguna vez él fue uno de ellos, que también pasó por al lado de una persona en situación de calle, que trabajaba, que tenía una familia, que alquilaba una casa y que no se  imaginaba un día estar envuelto en cartones sobre alguna pared que le pare el viento. Uno nunca quiere imaginar cosas feas para el futuro.

Se hace el dormido para que los transeúntes no se sientan amenazados por su presencia, pero en verdad espera que el cansancio o el alcohol, que ingirió para paliar el frío, se apoderen de él y lo hagan caer rendido. Esa es la única manera que puede dormirse. No es fácil poder conciliar el sueño a la intemperie cuando hay bajas temperaturas, cuando el dolor de los huesos lo despabila y el temor a ser golpeado o asesinado lo despierta cada media hora. Alguien, con más tiempo en la desgracia, le aconsejó que se buscara un lugar con cámaras de seguridad para más tranquilidad. Es cierto que los delincuentes, a veces, se cuidan de no quedar grabado pero también es verdad que saben que nadie revisara las grabaciones si lo matan ¿quién va a exigir que lo hagan? ¿A quién le va a importar?

Está seguro que nadie se preguntó en qué trabajaba antes y menos aún cuándo perdió su puesto laboral. Él creía que sería por un tiempo corto así que no quiso alarmar a su familia, que estaba lejos, contándole la verdad. Nunca imaginó cuánto se extendería ese tiempo y que la vergüenza se apoderaría de él con el transcurrir de los meses. Hubiese sido mejor que se guardara el orgullo y volviera a la casa de sus padres, ya entrados en la vejez, pero ahora no tiene sentido pensar en lo que podría haber pasado. Ahora solo puede pensar en sobrevivir o, mejor dicho, no pensar para sobrevivir.

Sabe que aunque es joven un día cualquiera pasaran, los mismos de siempre, por ese lugar miraran hacia abajo y no lo verán. Más de una persona pensará ¡Qué suerte ya no duerme en la calle! y tal vez tengan un sentimiento sincero.  La suerte es para el otro que ya no tendrá que preguntarse tantas cosas al cruzarse con él. Él no tuvo suerte, él tuvo una solitaria muerte.

En homenaje a Domingo, que nunca sabremos si leer tantos libros antes de cerrar sus ojos le trajo suerte o si el COVID le causó la muerte.