
En la semana de la Libertad de Prensa -cuya fecha de celebración es el 3 de mayo- reunimos desde nuestro portal una seriada de notas sobre los jóvenes y el Periodismo. La idea es mostrar las razones por la que las y los estudiantes de esa carrera eligen ese profesión: ¿Qué los impulsa a reivindicar a la prensa y a la Comunicación como vocación en un mundo que augura -y no a largo plazo- la muerte de esa profesión tal y cómo la conocimos? ¿Qué esperanzas anidan en sus voluntades para escoger los estudios del Periodismo y la Comunicación Social en un país donde la reacción del poder al trabajo periodístico avanza cada vez con mayor virulencia? ¿Por qué piensan en el Periodismo como un instrumento de transformación social? Las respuestas se enlazan en breves entrevistas realizadas por las y los estudiantes a sus pares y creemos oportuno que los lectores tengan acceso a esas consideraciones. Las tradiciones existen para romperse, pero no fuerza de persecuciones y palos, sino a través del honesto debate público. Es hora de empezar a leer a los futuros periodistas.
Ellos dos y yo: sobremesas familiares
Por Sol Wensel
Malena Escaray eligió el periodismo como una forma de honrrar un legado familiar.
Malena, estudiante de 24 años, oriunda de Chascomús, está atravesada por la historia y el legado de su abuelo -profesor de inglés, político y escritor- y la influencia cotidiana de su mamá, psicóloga. Encuentra en el periodismo una resignificación de su infancia marcada por largas sobremesas familiares, cargadas de debates y relatos. Aspira a que el periodismo la lleve a visibilizar realidades sociales poco escuchadas, honrando así la tradición familiar y su propio deseo de contar historias.
Hablame un poco de vos…
Tengo 24 años y soy de Chascomús. De chica jugaba mucho al vóley, entrenaba bastante durante el secundario y siempre estuve muy metida en el deporte. Estudié allá y recibí el título de bachiller en Ciencias Sociales.
Hace ya siete años que vivo en La Plata. Al principio vine para estudiar Ingeniería Química, porque me gustaba, pero con el tiempo me di cuenta de que no era lo mío. No tenía problemas con el estudio, pero no me sentía cómoda y no me veía trabajando de eso en el futuro. Mientras estaba en esa búsqueda, hice un curso de marketing y publicidad para probar algo diferente y ver si me gustaba. Eso fue lo que me terminó llevando adonde estoy hoy, estudiando la Tecnicatura en Comunicación Digital y también la Licenciatura en Comunicación Social.
¿Qué hacía tu abuelo?
Mi abuelo empezó estudiando abogacía, ya que estaba muy interesado en la política y los movimientos sociales. Después, estudió el profesorado de inglés y se recibió. Fue diputado y, además, escritor; escribió varios libros cuando yo era más chica. Ahora, escribe columnas para un diario. Por eso, siempre menciono que el periodismo es un mundo en el que me empapé desde muy chica, porque estuvo muy presente en mi vida.
¿Leíste algún libro de tu abuelo?
Sí, leí algunos de sus libros. Uno se llama “Ellas dos y yo”, que subtitula como “La vida, la muerte y él”. Él es ciego, así que este libro me remite mucho a su vida, a toda una situación de resiliencia, en donde la muerte está muy presente, porque a raíz de su ceguera su vida cambió por completo. Es como leer la parte más profunda de él, una parte de la que no charlamos en el día a día. También escribió muchos libros sobre política que, en su momento, no me interesaron tanto por una cuestión de edad, pero que hoy tengo pendientes. “Ellas dos y yo” fue su primer libro sobre el tema de la muerte, y después escribió otro que se llama “Ella y todos”, que aborda la vida y la muerte desde todas las religiones. Es muy bueno, te lo recomiendo.
-Contabas que las noticias y los relatos estaban muy presentes en tu vida, especialmente en las sobremesas con tu abuelo. ¿Hay alguna noticia o hecho puntual que asocies directamente con él? ¿Cómo buscás honrar el legado de tu abuelo?
No sabría decir un hecho puntual, pero lo que tengo muy presente son esas sobremesas junto a mi abuelo y mi mamá. Ella es muy parecida a él, siempre hablando mucho de política. Eran largas conversaciones sobre ese tema y creo que eso me llevó a interesarme por ese mundo. Si tengo que quedarme con un recuerdo de mi niñez relacionado con él y ese lado periodístico, son esas charlas y debates que se daban en la mesa familiar.
Y en base a la última pregunta, siento que estudiando comunicación y periodismo ya estoy honrando ese legado, porque a una parte de él la estoy incorporando hoy. Lo que escribo ahora en la facultad, en mi trayecto, en este momento, refleja eso. Saber que escribimos de una manera similar -él me lo dice y yo lo noto- es también una forma de continuar ese legado. No lo siento como una carga u obligación, sino como algo lindo que quiero seguir, algo que me gusta y que descubrí que me gusta después de haber pasado por caminos muy distintos. De hecho, cambié varias veces de carrera antes de encontrarme con esto.
¿Por qué decís que involucrarte con tu parte social iba a ser una amenaza?
Mi mamá es psicóloga y trabaja en un hospital de Chascomús, así que lo social siempre estuvo muy presente. Pero en casa siempre me decían que no estudiara ni trabajara en algo parecido a lo que ella hace, que aunque no sea exactamente lo mismo, iba por ese lado social. Por eso, no quería involucrarme en lo social como futuro trabajo, sino más bien como una parte de ocio o de disfrute.
Hace dos años empecé a ser “seño” en un centro de día para niños y eso ocupaba el cien por ciento de mi parte social. Ese compromiso es también una de las razones por las que estudio periodismo, porque quiero visibilizar sectores de la sociedad que están totalmente apartados, contar sus historias, accionar y mostrar esas realidades que tanto me atraviesan.
La historia de Malena muestra cómo creció rodeada de historias, debates y también la manera en que una mirada crítica puede despertar vocaciones que, a veces, ni una misma reconoce. Su entorno familiar la marcó y, aunque ese legado estuvo siempre presente, fue en el periodismo donde encontró el espacio para seguir esa tradición de reflexión y palabra, pero también para comprometerse con sus propios deseos y causas.
Hoy, no solo estudia comunicación para honrar lo que recibió en casa, sino también para darle voz a quienes muchas veces suelen quedar fuera de la conversación. Su experiencia como “seño” en el centro de día El Roble, en la Plata, la impulsa a usar la comunicación como herramienta para visibilizar realidades y transformaciones sociales.