
En la semana de la Libertad de Prensa -cuya fecha de celebración es el 3 de mayo- reunimos desde nuestro portal una seriada de notas sobre los jóvenes y el Periodismo. La idea es mostrar las razones por la que las y los estudiantes de esa carrera eligen ese profesión: ¿Qué los impulsa a reivindicar a la prensa y a la Comunicación como vocación en un mundo que augura -y no a largo plazo- la muerte de esa profesión tal y cómo la conocimos? ¿Qué esperanzas anidan en sus voluntades para escoger los estudios del Periodismo y la Comunicación Social en un país donde la reacción del poder al trabajo periodístico avanza cada vez con mayor virulencia? ¿Por qué piensan en el Periodismo como un instrumento de transformación social? Las respuestas se enlazan en breves entrevistas realizadas por las y los estudiantes a sus pares y creemos oportuno que los lectores tengan acceso a esas consideraciones. Las tradiciones existen para romperse, pero no fuerza de persecuciones y palos, sino a través del honesto debate público. Es hora de empezar a leer a los futuros periodistas.
¿Por qué? Al periodismo
Por Maia Schnaider
Hay personas que nacen con respuestas. Y otras, como Eliseo Rodríguez, nacen con preguntas. Desde chico, la curiosidad lo empujó a querer saberlo todo, incluso lo que nadie se detenía a pensar.
Su momento más célebre, recuerda él en la charla que tuvimos, fue cuando con apenas cinco años, le preguntó a su mamá cuál era la capital de Guinea Ecuatorial. Nadie supo responderle. Y eso fue suficiente para que entendiera que su destino no era dejar de preguntar, sino aprender a hallar las respuestas. Hoy estudia Comunicación Social, y encuentra en el periodismo el canal ideal para seguir investigando el mundo.
¿Cómo vivías esa necesidad de saber más?
Me la pasaba preguntando. A mi mamá la tenía todo el día diciéndole “¿por qué?”. Me acuerdo de esa anécdota que menciono, cuando le fui a preguntar por las capitales y llegué a preguntarle la de, no sé, Egipto, o de países que ella ni siquiera conocía. Desde chico tenía esas ganas de saber todo. Por eso estaba todo el día viendo la tele. Me gustaban los noticieros. Me acuerdo de que miraba a Mariana Fabbiani, teniendo nueve años, que no es lo normal, creo.
¿Y por qué justo esa pregunta —la de Guinea Ecuatorial— terminó siendo la más recordada?
Porque es la que mi mamá siempre recuerda. En ese momento estaba obsesionado con los países. No sabía mucho, así que empecé a preguntar uno por uno. Después muté, como que pasé a los animales y le preguntaba todo sobre eso. En un momento me encajó dos enciclopedias de animales… y yo las leía, si.
¿Y por qué, entre todas las formas de alimentar esa curiosidad, elegiste la comunicación?
Total, hay muchas otras. Geografía, Biología… Pero siento que cuando fui creciendo eso se empezó a relacionar más con la actualidad y con la realidad de las personas. Como que tendía a ir por ese lado. Porque tenés razón, si hubiese seguido con la obsesión por los animales capaz terminaba siendo biólogo. Pero me tiró más lo humano, lo que pasa hoy. Además, lo de los debates también me sirve, canaliza esa euforia que me da querer saber más. Como que no se queda solo en la curiosidad, se transforma en opinión, en algo más activo.
¿Hubo algún momento clave en que sentiste que lo tuyo era esto? Las ciencias sociales. ¿En qué área en particular te imaginás?
Creo que fue cuando estuve en el Centro de Estudiantes. En la secundaria fui presidente, y eso no me llevó por el lado de la politología, aunque sentí que no es mi perfil, pero sí me hizo dar cuenta de que me gustaba hablar en público, estar con otras personas. No me veía estudiando matemática. Ahí fue cuando dije: lo mío es estudiar al humano, estar en contacto con otras realidades. Lo que seguro no es para mí es el periodismo deportivo, eso ya lo tengo claro, aunque me considero bastante versátil, la verdad. Me apasiona el espectáculo, la actualidad, los casos policiales… Me veo en distintas áreas del periodismo, siempre buscando entender lo que sucede a mí alrededor.
El periodismo, para Eliseo Rodríguez, no es solo un camino elegido al azar, sino la consecuencia natural de una curiosidad que nunca se apaga. Su impulso personal -esa necesidad casi visceral de saberlo todo- se vincula con la dimensión social de la profesión: dar voz a quienes no la tienen, contrastar datos, provocar el debate. Al final, el reportero no es un mero transmisor de información, sino un espejo que ayuda a la sociedad a mirarse y preguntarse. Lo que no se nombra, no existe. Y lo que no se cuenta, nunca sucedió.
En ese cruce entre vocación y responsabilidad, Eliseo encuentra su lugar. Sabe que cada nota, cada crónica y cada pregunta bien planteada pueden abrir puertas que estaban cerradas. Y, más allá de lo personal, reconoce que el periodismo es un compromiso colectivo: transformar la curiosidad individual en una herramienta capaz de enriquecer el tejido social.