El Principito y el asteroide de Saint-Exupéry

Por Guillermo Cavia –

La historia de un principito que vivía en su planeta con una rosa y algunos volcanes es tan maravillosa como la propia vida de su autor, Saint Exupéry, que nació un 29 de junio del año 1900. Su vida fue fantástica y está ligada a nuestro país porque vivió en Concordia, provincia de Entre Ríos. Pero en Buenos Aires conoció a quien sería su esposa, la salvadoreña Consuelo Suncín. Según se cree ella es la rosa, que Antoine relata en el libro “El Principito”.

Saint-Exupéry, en nuestro país se vinculó a la creación de una empresa llamada Aéropostale, donde tuvo la misión de organizar la red de América, que fue pionera en la aviación. Lo hacía surcando los cielos por donde nunca una aeronave lo había hecho. Quizás allí reside una de las primeras aproximaciones a la zona del desierto, esa entrada al espacio de sobrevuelo por los sitios desérticos que se inician en La Pampa y se adentran en la Patagonia. Ese trabajo era una tarea necesaria, como la del principito limpiando sus volcanes.

Tengo la rosa, los volcanes y el desierto, que en este caso también suma la experiencia de los vuelos en la ruta Toulouse – Dakar. Durante su vida, el piloto francés se estrelló en numerosas ocasiones. Un accidente lo obligo a aterrizar de emergencia en el desierto del Sahara, el hecho le sirvió como inspiración para “Tierra de Hombres”, un libro biográfico publicado en febrero de 1939. Pero creo que fue esa aproximación con los desiertos un punto de partida para “El Principito”.

Saint-Exupéry inició su carrera como escritor el año que fue enviado a Argentina, nuestro país le dio la inspiración necesaria para comenzar una carrera que le permitiría la inmortalidad. Su primer novela corta se tituló “El Aviador” y fue publicada en una revista literaria. Alcanzó el reconocimiento público en 1931, cuando escribió “Vuelo nocturno”, donde plasmó sus experiencias como piloto y director de la aerolínea argentina.

He pensado muchas veces que él es exactamente “el principito”, ese niño que habita un lugar especial en el espacio.

En repetidas ocasiones, Saint-Exupéry debió negociar con fuerzas marroquíes por su vida, ya que en muchas oportunidades habían tomado a aviadores caídos como prisioneros. Él sabía cómo hablar y qué decir para que esos hombres fueran indulgentes. Gracias a esta labor, el gobierno francés le condecoró con la medalla de la Legión de Honor.

Siento que tengo el principito, los volcanes, la rosa, el zorro del desierto, pero que aún me falta el asteroide.

La astronomía le ha rendido varios homenajes a “El Principito”. Un asteroide descubierto en 1975 fue nombrado 2578 Saint-Exupéry, en honor al escritor. Otro asteroide descubierto en 1993 fue nombrado 46610 Bésixdouze. Traducido al español, sería B-seis-doce, en decoro al asteroide B-612, donde vivía el Principito.

El 30 de junio es el día del asteroide, exactamente un día después del aniversario del nacimiento de Saint-Exupéry. Pensé que podía tener alguna relación, así que me comuniqué con el Planetario de la Ciudad de La Plata, donde me explicaron que el 6 de diciembre de 2016, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó una resolución, en la que se declara el 30 de junio el Día Internacional de los Asteroides “para celebrar cada año a nivel internacional el aniversario del impacto de uno de ellos en Tunguska, Siberia (Federación de Rusia), ocurrido el 30 de junio de 1908, y para aumentar la conciencia pública sobre el peligro de impacto de los asteroides” dijeron.

Inmediatamente me di cuenta de algo. Cuando eso ocurrió lo hizo a solo 5000 kilómetros de la ciudad de Lyon, en Francia, donde vivía un niño de 8 años, que se llamaba Antoine Marie Jean-Baptiste Roger, comte de Saint Exupéry. La noticia de la caída llegó a sus oídos, incluso pudo haber visto pasar el haz de la luz antes del impacto, porque la distancia entre Lyon y el lugar donde cayó el asteroide, es absolutamente insignificante para los fenómenos astronómicos. Ese hecho quizás fue para el niño la primera señal de lo que varios años después sería la maravillosa historia de un principito viviendo en un asteroide.

Tengo la rosa, el asteroide, el principito, los volcanes, el desierto, el aviador, como también tengo el misterio. Saint-Exupéry desapareció el 31 de julio de 1944 durante una misión de reconocimiento. Nunca se supo el paradero del piloto. Varios días después, un cuerpo con un traje de la Fuerza Aérea de Francia fue hallado al sur de Marsella. Se presumió que era del escritor, pero no hay certezas. Durante más de 50 años, la muerte de Saint-Exupéry fue uno de los grandes misterios del mundo literario. Su vida al igual que un árbol de baobabs, comenzó pequeña y se hizo gigante como los sueños de los niños.

Fotografía: Archivo web.