El Presidente y el linyera: historia verídica de la ciudad de La Plata

Por el Dúo Trova II*

La imagen de la indigencia romántica me remonta a los primeros años de la infancia. Contra el paredón de ladrillos de una casa vieja, duerme el linyera “Farolito“.

Le da lo mismo para sus  menesteres el umbral de una casa o el zaguán de un prostíbulo. ¿Su patrimonio? : Un saco apolillado y raído y una botella de ginebra Bols, mágicamente encajada en el bolsillo del harapo.

Cuatro perros lo secundan y la muerte lo espera  invierno arriba,  en un vagón del viejo Ferrocarril Provincial. ¡Yo estudié medicina con el Dr. Illia!,  vocifera con la mirada sin brillo.

El viejo se exalta y clava sus ojos sin vida en el lodazal de una zanja. Gustavo Gárgano lo insulta y Farolito alza el puño y salimos corriendo hacía el baldío.

Pero antes, mucho antes del invierno helado que se lo llevó a los pagos del olvido, un hecho, una anécdota absolutamente cierta, le tiende la mano y lo rescata del tiempo.

El Dr. Arturo Illia visita a mediados de los años 60 el Hospital San juan de Dios de la ciudad de La Plata y “ Farolito “ está allí frente al noble Presidente, ejemplo de austeridad y decencia.

Illia  reconoce al indigente, pero antes ve al hombre que sufre y que en efecto fue su compañero de estudios en la Facultad de Medicina, lo abraza emocionado y ordena que le den ropa limpia a su amigo.

Así se cumple su voluntad, los dos hombres no  volverán a verse  y  cada uno sigue  su destino:  uno se encamina hacia el callejón que lo conduce inexorablemente al derrocamiento ignominioso y artero de Onganía, el otro… hacia la muerte gélida que lo espera en el vagón oxidado del Ferrocarril Provincial, pero  en los arrabales de mi infancia la muerte es un hecho inconcebible.

*Publicado en la página de Facebook, del dúo Trova II, integrado por Alfredo y Walter Carlos Viguier.