El Blasón QR

Abogada Liliana Pizarro Martinefsky * –

La Sala de lo Contencioso-Administrativo del Tribunal Superior de Justicia del País Vasco NO AUTORIZA la exigencia del Certificado Covid Digital de la Unión Europea (QR) prevista por la Orden dictada el 17 de noviembre del año en curso, solicitado por la Consejera de Sanidad del Gobierno de la Comunidad Autónoma del País Vasco.

El Gobierno Vasco, preocupado en contener la pandemia que continúa arrasando a la ciudadanía, especialmente a los no vacunados, solicitó al Tribunal la autorización judicial para establecer la obligatoriedad de exhibir el pasaporte o certificado QR en establecimientos destinados a ofrecer al público actividades de esparcimiento y baile como discotecas, salas de fiestas con espectáculos, bares musicales, karaokes, etc.

En el caso de los restaurantes con capacidad autorizada de plazas de comedor superior a 50 comensales, según el Gobierno deberían solicitar el pasaporte Covid. Tal exigencia sería efectiva en toda la Comunidad Autónoma en tanto los casos positivos sean iguales o superiores en los últimos 14 días a 150 por cada 100.000 habitantes.

Hasta aquí, todo es muy lógico y fácil de entender.

El TSJ fundamenta la denegación de la exhibición del pasaporte en varios puntos. El más importante es que la limitación de los Derechos Fundamentales reconocidos en la Constitución, como son la igualdad, la libertad, el derecho de reunión, no puede restringirse al antojo de cualquier gobierno. Estamos en democracia, luchada y ganada, y eso de poner límites a los ciudadanos y ciudadanas  en Euskadi debe mirarse con lupa. Ya bastante sufrió el pueblo vasco en el pasado como para permitir que estos derechos sagrados sean limitados o vulnerados por el gestor de turno.

Pero lo cierto es que, a poco de observar los movimientos y las escalofriantes cifras de contagios, a los ciudadanos y ciudadanas que cumplimos con la papeleta de la vacunación, se nos quedan los ojos como plato al ver el poder manifestado sibilinamente por aquellos mortales que no quisieron vacunarse.

Con pasividad, observo que en la sociedad existe un minúsculo grupo de humanos que se consideran especiales, inmunológicamente hablando. Exceptuando a las personas que, por motivos de salud no pueden acceder a la vacuna, no puedo más que quedarme perpleja frente a la insolidaridad y la ignorancia extrema manifestada por este grupito de iluminados.

Los mecanismos de los poderes democráticos funcionan, y entre errores y ensayos, funcionan muy bien teniendo en cuenta que la pandemia es un factor disonante y nuevo en la sociedad actual a escala mundial. Pero así y todo, este grupo de seres inteligentes han decidido no vacunarse. Me imagino que en su orfandad de criterios han asistido una serie de excusas adornadas con absurdas teorías que pretenden ignorar el virus, o con verdades absolutas sobre la existencia de un minucioso trabajo de científicos que no han tenido mejores objetivos que generar un virus que les quite su emblemática vida.

Ahora ya no  quiero recordar las vidas que el virus se llevó en los primeros meses del año que transcurrimos, y mucho menos aún en las vidas que se llevó en el año anterior. Ahora pienso en los niños y niñas que aún no han podido vacunarse y en los que, adoctrinados por estos ilustres ciudadanos o ciudadanas han decidido, como representantes de los menores, no asistir a la vacunación GRATUITA.

Pareciera ser que no se trata de recursos, que no se trata de acertadas gestiones públicas, ni de salidas nocturnas con o sin pasaportes Covid. Que no se trata de sobrevivir. Sino simplemente de asistir a un escenario social donde algunas personas encuentran la felicidad en una vida sin límites, sin responsabilidades, sin pensar en el otro, sin importar si lo que se restringe es la libertad de muchos que quieren vivir con dignidad y seguridad frente a los que, les da igual  vivir disminuidos en su salud y con las consecuencias que pueda generarse a futuro. Es la mayoría coherente que tira con el carro para que estos minúsculos genios de la humanidad transmitan el virus sin cesar. Hasta el hartazgo. Pero no importa. Porque sus purificadas conciencias se justificaran con frases como: “la culpa es de los políticos de turno que no saben lo que tienen que hacer”. Para muchos hay más oportunidades en la vida, en cambio para otros, ya no.

  • Colaboración Especial desde España para En Provincia