Chistes en la red: el feminismo se copia del machismo

Profesor Dr. Luis Sujatovich – UDE – Universidad Siglo 21 –

La historia del machismo es la historia del oprobio. El desafío es que el feminismo no repita aquello que – con tanta razón – busca destruir. Para las generaciones del siglo XX, proferir un chiste agresivo o denigrante contra las mujeres era un modo de aprobar el rito de iniciación de la hombría. No conozco a ningún hombre adulto que no sepa, al menos, un chiste de esa clase. Y, también hay que decirlo, no faltaban mujeres que los celebraran y que miraban con deseo a quien era capaz de decirlos con gracia. Provenimos de una cultura atiborrada de fatalidades, como se puede advertir.

La expansión de las redes sociales ha servido para que se reconozca, muy lentamente por su puesto, la absoluta falta de empatía y el grado de agresión manifiesto y latente que poseen esos mensajes que se suponen cómicos. Quienes tengan interés por esas acciones, bien pueden consultar la historia de la televisión (con especial énfasis en la segunda mitad de la década del ´80 y todo el ’90), las películas del mismo período, o simplemente consultar a sus familiares acerca de las temáticas jocosas que algún tío, primo o pariente lejano compartía cada vez que se encontraban. Dejar de ser machistas es un imperativo categórico de primer orden, no hay nada allí que pueda ennoblecernos.

Es cierto que los adultos que hemos sido forjados por los principios machistas no estamos en condiciones de proveer más que un contra ejemplo, algo así como: no te comportes como esa gente, así podrás construir una sociedad mejor. Y es dolorosamente cierto. Sin embargo, asumiendo esa condición, estamos preparados para advertir cuando una estrategia se parece a las que hemos experimentado y por eso nos resultan alarmantes. En la red está circulando en diferentes formatos (videos, viñeta, meme, etc.) el siguiente diálogo: dos mujeres conversan acerca de su familia y una le pregunta a la otra: ¿cuál fue el hijo que más te costó educar? Y ella responde, el de mi suegra.

Es el modo opuesto de decir lo mismo: el otro tiene defectos intrínsecos que sólo pueden resolverse con la acción decidida de quien no los padece. Si en el machismo, se ponía el acento en la inteligencia (aunque la contradicción entre sentirse así y decir esos chistes sea hoy flagrante), en el feminismo hay una recuperación positiva de la esencia de la mujer que lograría educarse mejor, sin importar circunstancias ni experiencias: si el hombre era en esencia lúcido, la mujer contrarresta con su inherente fortaleza para adaptarse y evolucionar.

Hay que insistir, por si alguien lee sin atención, que nada justifica la violencia y la sangre sobre la que se cimentó el machismo, y que no hay gracia en la ofensa. Nunca. Pero si para la vindicación van a usar las mismas herramientas discursivas, es poco probable que difieran mucho los resultados:  bien sabemos que, de una broma a la acción, hay menos espacio del que se supone.

¿La igualdad de géneros se puede cimentar con los escombros del machismo?

Imagen: https://pixabay.com/