Al periodismo digital sólo le falta mostrar la cola

Profesor Dr. Luis Sujatovich – UDE – Universidad Siglo 21 –

El advenimiento de la digitalización no ha sido una noticia muy auspiciosa para el periodismo.  La transformación en el modelo de negocios, no significó solamente la  lenta pero irremediable reducción de los ejemplares en papel, sino también aprender a lidiar con la múltiple e incesante competencia que supone cada sujeto que ingresa a la red. Cualquier celular puede convertir a su portador en un cronista y, en consecuencia, no hay forma de combatir la proliferación de materiales que aparecen a diario sobre acontecimientos que antes eran propiedad de los medios. Es cierto que se puede postular que eso ayuda a romper el monopolio discursivo de los medios y que así no dependemos de algunas empresas para acercarnos a la realidad, más allá de las posibilidades de nuestra experiencia. Quizás la consecuencia más notoria no sean la adquisición de competencias periodísticas por parte de la sociedad, sino más bien la proliferación de las noticias falsas. Vaya forma de advertir los modestos méritos de los medios tradiciones.

Las nuevas condiciones de existencia que debe asumir el periodismo le sientan mal. La lectura medida en palabras, la atención que se dispersa en segundos y la sobre abundancia de ofertas no están colaborado para construir un periodismo calificado y articulado con las circunstancias. Por supuesto que hay excepciones (Enprovincia, es un ejemplo) pero, por su condición, dejan en evidencia que la mayoría se asienta en otro modelo. ¿Y cuál es la estrategia discursiva dominante? Se podría definir con un refrán muy conocido: “si no puedes con tu enemigo, únete a él”. Y entonces los títulos dejaron de informar y ahora buscan suscitar la atención pero apelando a la curiosidad malsana, ya que a diferencia del sensacionalismo, en muchas ocasiones aquello se promete no se realiza. Y también los temas de interés han ido expandiéndose de lo público a lo privado y llegando  a lo íntimo.

Si cualquier portal puede atraer a los visitantes con unas fotos de mal gusto, obscenas o lindantes con la pornografía, y obtiene mucho tráfico (es decir, se registran muchos ingresos en esa publicación) el periodismo opta por seguir el mismo camino, ya que necesita esa circulación para sostener la publicidad.

Y así los textos parecen escritos por quienes no tienen solvencia gramatical y de la rigurosidad y la ecuanimidad exigidas hace algunas décadas, ya no queda más que alguna airada indignación sin consecuencias.

El periodismo ha decidido que su supervivencia se dirima en las redes sociales, por eso trata de emular sus reglas de enunciación, sus temáticas, su estructura  y su frugalidad. Es cierto que las nuevas generaciones han dejado atrás el consumo de medios tradicionales (incluso en sus versiones digitales), pero parece complicado que comprendan la importancia que tiene para el desarrollo de una sociedad democrática la existencia del periodismo independiente y plural, si se demora exhibiendo los mismos retratos que pueden hallarse en cualquier sitio.  Para convocar nuevamente a la sociedad no hay que ser chabacano (ni en el lenguaje ni en los contenidos) hay que respetarla, y para eso basta con volver a las bases del periodismo. De lo contrario, el periodismo acabará mostrando la cola por un me gusta.

Fotografía: Archivo web.