Tres fases de la IA: del instrumento a la gramática existencial

Profesor Por Dr. Luis Sujatovich* – Docente e investigador Universidad Siglo 21 –

La IA como lógica, no como objeto
La inteligencia artificial ha superado su condición de instrumento para convertirse en un fenómeno cultural que organiza lo visible, lo decible y lo pensable. No se trata de lo que la IA hace, sino de lo que nos hace hacer —y de lo que nos hace ser. Para cartografiar esta transformación silenciosa, proponemos tres fases conceptuales que no son etapas, sino estratos superpuestos de interacción.

La ilusión de lo disponible
En la fase de saber usar, creemos tomar una herramienta neutral, pero incluso el gesto más simple —como confiar en un corrector automático— nos modifica. Perdemos sensibilidad lingüística, cedemos matices, delegamos elecciones. Como señalaba Heidegger, lo “disponible” nos facilita la tarea, pero simultáneamente empobrece nuestra experiencia. La herramienta no es inocente: cada clic es también una operación cultural.

La negociación de la agencia
Al saber complementarnos, la IA deja de ser prótesis para volverse interlocutor. Cocreamos, pero también delegamos. ¿Quién define el tono, la tesis, el límite? Esta sinergia exige una ética de lo delegable: no todo puede tercerizarse. Cuando un médico usa un sistema de diagnóstico o un juez un algoritmo de reincidencia, la pregunta por la responsabilidad se vuelve ineludible. Complementarse es negociar con una caja negra.

Cuando el algoritmo deviene entorno
La fase más radical es saber ser reconfigurado. La IA ya no está “afuera”; es el sustrato que organiza nuestro deseo, nuestra atención y nuestras afinidades. Los sistemas de recomendación no sugieren; construyen gustos. Las plataformas sociales no median; producen subjetividad. Operan como el lenguaje para quien lo habla: no pensamos sobre él, pensamos a través de él. La técnica ha dejado de ser instrumental para volverse ambiental.

La imposibilidad de pensar fuera del algoritmo
Estas fases revelan una condición irreversible: no hay “afuera” de la IA. Así como no elegimos pensar en español —el lenguaje es el medio cultural que da forma a nuestro pensamiento—, cada vez más habitamos un mundo donde la lógica algorítmica constituye el horizonte desde el cual concebimos lo deseable, lo posible y lo pensable. El desafío ya no es usar o rechazar, sino comprender cómo esta interrelación redefine los fundamentos mismos de la subjetividad. La verdadera pregunta no es cómo dominar la herramienta, sino cómo habitar críticamente el mundo que ella ayuda a configurar —un mundo donde la subjetividad humana y la agencia técnica se pertenecen irrevocablemente.

*Colaboración para En Provincia.

Fuente de la imagen:https://www.universidadunie.com/blog/usos-ia-vida-cotidiana