
El cambio climático está afectando a la rotación de la Tierra y en ello tiene la responsabilidad la humanidad que no ha estado a la altura de lo que nos pasa con nuestra única casa en el universo.
El deshielo provocado por el calentamiento hace que la redistribución de las masas heladas, que ahora han cambiado de estado, de sólido a líquido, está frenando el giro del planeta sobre su eje.
Este hecho se suma a la cantidad de agua extraída de las vertientes internas de la tierra para consumo humano. Todo será parte de la falta de sincronía entre el tiempo universal y el atómico.
Un día tiene 86.400 segundos, pero en realidad en este planeta no tienen esa exactitud porque la rotación terrestre no es regular. Se deben tener en cuenta las mareas y la cantidad de líquido que está en el interior del globo.
Actualmente, el Tiempo Universal Coordinado se calcula gracias a unos 450 relojes atómicos repartidos por todo el planeta. Su señal se difunde en tiempo real por unos 80 laboratorios de tiempo. Son la base temporal de internet, sistemas financieros, satélites y demás elementos necesarios para tener sincronización de horarios.
Desde 1972, las irregularidades en el movimiento de la Tierra han obligado a sumar 27 segundos intercalares, a intervalos irregulares y con un máximo de solo seis meses de anticipación cada vez. Lo que muestra este trabajo es que ahora tendrán que enfrentarse a lo contrario, a restar un segundo.
Como si todo lo que pasa no fuera una alarma, además de la fricción de las mareas y el deshielo, en la irregularidad de la rotación terrestre también interviene el comportamiento del núcleo del planeta, que también es líquido. En enero de 2023 se comprobó que el núcleo terrestre se estaba frenando, llegando incluso a girar en sentido contrario al resto del planeta.
En el siglo pasado, en la década del 70 los segundos intercalares se fueron añadiendo al último minuto del año o al primero del siguiente, aunque luego, grandes empresas como Amazon o Google lo repartían a lo largo de las 24 horas previas o siguientes.
La Oficina Internacional de Pesas y Medidas coordinador mundial de la metrología, estudia jubilar este método de ajustes. La lógica hasta ahora la explica María Dolores del Campo, directora de la división de magnitudes mecánicas e ingeniería del Centro Español de Metrología: “para que el UTC fuese en concordancia con la escala de tiempo calculada a través de la rotación de la tierra (UT1) se añadía un segundo cada vez que la diferencia entre ambas se acercase a 0,9 s. Si la diferencia fuese negativa, por el cambio en la velocidad de rotación de la tierra, habría que quitar un segundo”.
Pero no va a hacer falta porque, como cuenta Del Campo “en la Conferencia General de Pesas y Medidas de 2022 se aprobó dejar de introducir segundos intercalares (ni positivos ni negativos) hasta el año 2035, ya que es un problema en todos los sistemas de comunicación y de posicionamiento el tener que introducir esta corrección”.
Lo que se vaya a hacer a partir de ese año aún está por decidir, pero Del Campo apunta que la idea con más posibilidades de convertirse en norma sea la de “no introducir de nuevo los segundos intercalares hasta que la diferencia entre UTC y UT1 sea mayor que, por ejemplo, un minuto; lo que puede llevar a no tener que introducirlos hasta tal vez dentro de más de un siglo”.
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