La imagen a comienzos del siglo XXI: valores y fantasías digitales

Profesor Dr. Luis Sujatovich – UNQ – UDE –

El enorme valor conferido a la imagen es uno de los rasgos más prominentes de la cultura contemporánea. Y en la red, acaso donde tiene mayor poder, se ha transformado en un núcleo de sentido transcendental. ¿O acaso sería posible regresar a las interfaces planas, monocromáticas y con muy pocos íconos? Tal es su potencia que impide advertir que no siempre la imagen tuvo la misma importancia. Y no se pretende dar cuenta de las épocas en que su reproducción técnica no era posible, ni tampoco de las épocas en que la pintura era el único modo consagrado de conservar la memoria visual de un pueblo, monarca o epopeya. La fotografía en América Latina tiene un origen policial que explica las reservas que durante años tuvieron grandes sectores para incorporarla como un hábito inofensivo.

Paola Cortes-Rocca en su libro “El tiempo de la máquina” afirma que los primeros usos populares (en su sentido más amplio) estuvieron ligados a la labor policial, pues las utilizaban para organizar la información de los prisioneros. También la prensa, en su vertiente sensacionalista, las comenzó a emplear con similares intenciones. En consecuencia, ser protagonista de una imagen significaba un delito. Había una continuidad entre el discurso y la ocasión en que éste solía realizarse. De alguna forma, el medio era el mensaje. Tengamos en cuenta que otro de los usos estaba ligado con la liturgia mortuoria: era frecuente que los fallecidos fueran fotografiados. Por supuesto que estas rencillas fueron diluyéndose a medida que el siglo XX avanzó, tanto por las nuevas rutinas en las que era aplicada la fotografía como por el inicio del cine.

Resulta curioso advertir que algunas generaciones le confirieron a la imagen una carga negativa y otras, un siglo más  tarde, hacen  lo contrario. Y aún más, los programas que permiten editar las imágenes han permitido que cualquier anhelo pueda configurarse con un grado de verosimilitud nada despreciable. En las fotos de perfil de las redes sociales hay numerosos ejemplos de sujetos subidos a vehículos costosos que no han comprado, o acompañados por figuras del espectáculo que jamás posarían con ellos, entre otras falacias. Pero es significativo que, a pesar de que son mentira se consuman como si no lo fueran. Quizás simulen no notarlo para no arruinar la ficción, o tal vez  temerosos de padecer la misma suerte opten por no mencionarlo. ¿Por qué algunos deseos humanos parecieran no encontrar otra forma de expresión que la simulación asistida técnicamente? Se trata de una manifestación que evidencia la libertad de expresión o por contrario permite sospechar que – como en la edad media durante el carnaval – se buscan invertir los roles porque sólo en esa instancia mediática existe tal posibilidad. Si a fines del siglo XIX una fotografía bastaba para arruinar el honor de una persona, en la actualidad posee la fuerza suficiente para portar las fantasías que el orden social impide, excepto que sea en una imagen.