Insuficiencia Cardíaca en tiempos de pandemia: es necesaria una consulta

#Diego G. Weimann.

Insuficiencia Cardíaca en tiempos de pandemia: cuando es necesaria una nueva consulta

Mientras pasan los días, las semanas y los meses en los que el aislamiento social preventivo y obligatorio (en sus distintas fases) se desarrolla, nos encontramos con distintos perfiles en el comportamiento de los pacientes cardiológicos.

Sin ninguna duda, uno de los más frecuentes, es aquel que prioriza “evitar la exposición” y muy a pesar de su propia salud, no concurre a los controles periódicos de su enfermedad de base (Hipertensión arterial, Arritmias, Insuficiencia Cardíaca, entre otras).

La insuficiencia cardíaca, en una descripción somera y sencilla, es la incapacidad del corazón de distribuir el oxígeno a los diferentes órganos y tejidos, a partir de un bombeo insuficiente de sangre, y está producida por múltiples causas.

Cómo una paradoja de los avances científicos en materia médica, los pacientes “sobrevivientes” de múltiples enfermedades cardiológicas (infarto, hipertensión arterial mal controlada, arritmias crónicas) avanzan a lo largo de los años hacía algún tipo de insuficiencia cardíaca, con lo que la mayoría de ellos, son personas de edad avanzada.

En época invernal, donde los síntomas respiratorios de distintas enfermedades comienzan a superponerse, los pacientes con diagnóstico de insuficiencia cardíaca plantean un desafío extra a los profesionales que los asisten en consultas de guardia, ante la presencia de
dificultad respiratoria como síntoma “guía”. Es por ello, que se debe hacer hincapié en la consulta temprana al especialista (en este
caso al Cardiólogo) ante la presencia de algunos signos de mala evolución de dicha enfermedad.

Muchas veces, el abandono temporal de la medicación, la transgresión en la dieta recomendada o la presencia de alguna enfermedad no cardíaca asociada, actúan como disparadores de la descompensación.

La presencia de edemas en miembros inferiores sobre todo al finalizar la jornada, (observables como “hinchazón de tobillos”, detectable en fases iniciales por la “marca que dejan las medias”) el aumento de la cantidad de veces que la persona se levanta durante la
madrugada a orinar, la necesidad de poner más almohadas para poder descansar mejor, y la “fatiga” (forma en que frecuentemente los pacientes describen la percepción de la dificultad para respirar o disnea) ante actividades que habitualmente se desarrollaban sin
problemas, deben ser señales de alerta para concurrir a la consulta.

Vale recordar que los distintos centros médicos tienen protocolos específicos para evitar la exposición a COVID-19 de los pacientes en la consulta general, por lo que éste no debe ser un motivo de retraso en la consulta, teniendo en cuenta que la progresión de los síntomas quita posibilidades de resolución rápida y suma complejidad al cuadro.

Es obvio que debemos mantenernos a resguardo, pero vale la pena aclarar que la enfermedad cardiovascular sigue (y lamentablemente seguirá) siendo la principal causa de mortalidad a nivel global. De ahí se desprende esta recomendación.

Suelo cerrar mis artículos recordando que ante la duda, no consulte a su vecino, tía, o Dr Google. Vaya al médico, una consulta a tiempo puede salvar su vida.

# Médico especialista en Cardiología.