Por Guillermo Cavia* –
Una niña de 9 años murió en Lomas de Zamora, en el corazón del conurbano de la Provincia de Buenos Aires. Las victimas se suceden a mano de la delincuencia como si se tratase de una guerra, que el país no tiene, pero la sufre.
En la guerra de Malvinas murieron 649 soldados argentinos, héroes que dejaron su vida. Pero ahora sin estar en guerra las estadísticas de muertes por crímenes en el país, desde 2019 a 2022, arroja el número de 8781 personas fallecidas por homicidios, de las cuales 1435 son mujeres.
Tan solo el año pasado según un reporte de investigaciones penales, hubo en la provincia de Buenos Aires 750 víctimas, de las cuales 130 eran mujeres y 620 varones.
¿Cómo puede ser que en el siglo XXI una niña que va en el auto con su papá pierda la vida de un tiro en la cabeza? Es inadmisible y escapa a la realidad que deberíamos vivir los ciudadanos de un país.
Es el mismo país donde un presidente elegido democráticamente, que ganó por más del 50 por ciento de los votos, debe esperar la embestida de los gremios que realizan un paro general, a tan solo 44 días de mandato. Los mismos que no realizaron ninguna medida durante años, a pesar de las desigualdades latentes.
El país donde un gremialista de la CGT, de apellido Daer, puede amenazar a legisladores que están dialogando en el Congreso de la Nación, diciéndoles: “No van a poder caminar por la calle”. ¿Quién es Daer, a quién representa en realidad? ¿Por qué al secretario general de la central obrera le molesta que diputados y senadores dialoguen para llegar a un acuerdo con Javier Milei por la Ley ómnibus?
Mientras tanto, una niña de 9 años ya no está con nosotros. Murió de un tiro, en la calle, con su papá. Incluso su mamá vio toda la escena. Morir en Argentina de forma violenta es algo de todos los días. ¿Los dirigentes lo ven? Algunos parece que sí, otros, en cambio, están más enfocados en el miedo a perder sus privilegios.
Carolina Píparo es una mujer que sufrió la muerte de su bebé por el accionar de delincuentes, ocurrió mientras lo estaba gestando. El terrible hecho aconteció en un intento de asalto a un Banco de la ciudad de La Plata. Es la misma mujer que hace apenas días era candidata a la gobernación de la Provincia de Buenos Aires y que ahora está rechazando cuatro puntos de la Ley Ómnibus, además puso en duda su voto a favor del proyecto, que, en definitiva, es su propio proyecto porque ella es o era parte del actual oficialismo.
Como si todo lo que ocurre en Argentina no alcanzara para los problemas, además de los gremialistas, también aparecen otros privilegiados por el Estado, como el ex secretario de Medios del kirchnerismo, Enrique “Pepe” Albistur”, que fue denunciado penalmente por averiguación de ilícito. Albistur, desde la realidad de las playas de Cariló y a través de un vídeo vaticina un futuro adverso para el Gobierno nacional: “como les dije compañeros, es tiempo de calma, de reflexión y sobre todo de pochoclo, no nos quedemos sin pochoclo. Esto es Semana Santa, no sabemos si cae en marzo o en abril”, pronosticó el privilegiado Albistur, sentado de espaldas al mar, en una playa de Cariló.
Albistur no está solo, también tiene el apoyo de los movimientos “sociales” y piqueteros que acompañaran el paro de la CGT. El sentido común, si existiera, podría determinar que Albistur es un golpista. Pero no ocurre, porque la culpa es de los demás, no de los privilegiados.
Argentina carece de sentido común, es imposible de hallar. El Gobierno espera que su proyecto, también en parte carente de sentido común, encuentre un acuerdo entre las comisiones especiales que lo revisan, para que pueda pasar esta semana a la votación formal entre los diputados.
La idea es cambiar de raíz buena parte de la estructura política, social y económica de Argentina. Los 664 artículos del texto original han quitado el sueño y el letargo de verano a más de un dirigente.
Incluso la sociedad que está politizada, más que cualquier otro país de América, ha discutido casi con la misma intensidad que el Congreso, las implicancias de una reforma.
El país está diezmado en todas partes, en Chubut, debido a un paro gremial se generó una crisis ambiental, se perdieron 125 millones de dólares y toneladas de langostinos, el Sindicato Unidos Portuarios Argentinos paralizó la industria pesquera, exigiendo aumentos salariales del 160%.
En la provincia de Buenos Aires, los gremialistas son amigos del gobierno y la idea es que no sean amigos, sino solo representantes de los trabajadores. Que signifiquen a quienes trabajan y dejen de ser privilegiados que viven en la opulencia.
Pero nada de todo lo que está ocurriendo: con la marcha del 24 de enero, con el diálogo en el Congreso, con los legisladores, con los dirigentes, con los privilegiados de siempre, con los que usan el Estado para tener sueldos siderales, con los que no les importa el otro, con los corruptos, con los miserables, podrá cambiar la realidad que habla por sí misma, y es que una niña de 9 años ya no está, se la llevaron porque parece a nadie le importa.
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