El Estado soberano o el mercado en expansión: dos formas de construir la red

Profesor Dr. Luis Sujatovich – UNQ – UDE –

El Huayra constituye un avance sustancial para lograr la soberanía digital para Argentina. Se trata de un sistema operativo elaborado en base a Linux, es decir está creado bajo los principios del software libre. Esto no sólo impacta favorablemente en la edificante práctica del aprovechamiento de los recursos digitales sin repetirnos en el mero consumo y a la vez, permite incursionar en el extenso campo de la programación. Los equipos involucrados en el programa Conectar Igualdad han sido los primeros en emplearlo de forma convencional. La tecnología permite, a pesar de su matriz económica y política de mercado, utilizarla como una herramienta para una batalla cultural. Pero para eso hace falta una estrategia que se asiente en la convicción de que hay formas alternativas de pensar una sociedad sin que ello suponga negar el acceso a la red o entregarse a ella sin miramientos.

La presencia del Estado en la red no puede limitarse a ser un sitio más o a compartir información bajo el paradigma del Gobierno Abierto. Es muy loable la inquietud de transparentar los actos de gobierno, incluso se podría comenzar por la información detallada  del uso de los fondos públicos, acaso uno de los mayores problemas desde la recuperación de la democracia en Argentina. Sin embargo, no sería suficiente. Se podría afirmar que el sistema capitalista tiene sus propias políticas  a largo plazo: poco importa quienes gobiernen en tanto sigan con las instrucciones básicas establecidas por sus predecesores. Algo así como un proyecto de sociedad sin atención al ámbito social, casi un oxímoron. Es esa cualidad la que hay que emular: los Estados deben sostener sus posicionamientos para permitir que la tecnología sea apropiada por la sociedad y así se tensionen los hábitos que nos ligan a la compra, al fetichismo de la mercancía.

No es una tarea que pueda resolverse sin tropiezos ni tampoco se debe suponer que tiene fecha de caducidad. ¿Alguna lucha por el sentido puede darse por concluida? Por supuesto que no. Y si es infatigable el mercado proponiendo aplicaciones y sistemas operativos mejorados, de igual forma cada Estado debe sostener la contienda. Si la abandona, no sólo la pierde. La gana el mercado, lo cual es una doble o triple derrota, ¿no es cierto? En consecuencia, no basta con acompañar la expansión de los programas educativos diseñados en un Ministerio sino que, precisamente para profundizar las condiciones que hagan posible la instauración de una soberanía tecnológica (es decir, comunicacional, cultural y económica), se vuelve indispensable que se proponga como meta la utilización de ese sistema operativo en todas las dependencias y medios públicos y a la vez que se urdan estrategias de seducción para interesar a los habitantes de la red para que lo incorporen a sus equipos. La ciudadanía digital exige una redefinición del Estado, pero no será completa si la sociedad no se decide a asumir su responsabilidad. En cada dispositivo electrónico se dirimen las condiciones simbólicas y materiales de nuestra existencia social e individual del porvenir. . Quizás emplear software nacional pueda ser un buen comienzo.