Cristina Orsatti: Diario I

Por Cristina Orsatti –

21/12/70

Querido diario, eres un regalo de cumple. Me hace ilusión tenerte de amigo y confidente.

Tengo 16 años. Estudio secundario, obligada al magisterio por las mentes arcaicas de mis papás, dicen que un título de maestra me salva la vida. ¿La verdad?: me mata en vida.

Te cuento, estas forrado en cuero rojo, un cierre con llave asegura que nadie te lee, para mayor seguridad, la llevo colgada del cuello.

Creo que estoy enamorada, en realidad, ¿qué es el amor? Ni idea. ¿Estar enamorada sería el paso previo a estar casada? Porque por lo que veo estar casada es casi como trabajar de maestra. ¿Las reglas del vivir serían pequeños asesinatos?  ¿Trabajar, casarse, tener hijos, hacer una casa, escribir un libro, plantar un árbol, honrar padre y madre, respetar a los mayores, no matar, no robar y mil verduras más?

No me dejan: usar polleras cortas, ponerme rímel en los ojos, fumar, tomar gin cola, volver tarde, llevarme alguna materia, tener amonestaciones, tacones, pantalones, bikini,  nada de nada. O sea, ya me deprimo de hacerte la lista. Nos vemos otro día. P.D. luego te explico más de lo que te escribí arriba.

25/12/70

No me olvidé de vos, con tanto jaleo de navidad me quedé sin tiempo para contarte cosas. Un bardo, literal, bardo tibetano un poroto. Navidad es el rejunte de todos los parientes, te guste o no les guste. Sonrisas forzadas, besos hipócritas, regalos baratos con mucho papel brillosos, para disimular lo berreta, morfi para alimentar una tribu de desnutridos por varios meses, mucha caloría en noche y mediodía de pleno verano, donde el o la calor… te mata. ¿O era la humedad?

Según la creencia tibetana, la comida se empapa con el amor del que la cocina, si fuera cierta, acá moriría la mayoría de la parentela, mi vieja cocina puteando. Me pregunto, ¿porque cocina, si no quiere?

Te habrás dado cuenta que leo mucho, es lo más maravillosos de esta vida, leer. Devoro cuanto cae en mis manos y visitas varias a la biblioteca. No sabes la cintura que me da en clase. Saco temas que las profesoras ni saben y así pasamos la hora sin hablar de la materia que toca. Tendría que lucrar cobrando a mis compañeros tanta escapada por la tangente.

5/01/71

Esta noche pasan los reyes. Tamaño engaño a la niñez y su contento. Y no encontré algún sinónimo de contento con ñ, para seguir refunfuñando. Entre nos, no lo busqué. Debe haber alguno.

¿Hay necesidad de que los chicos junten pasto y agua para los camellos? Ilusionarlos con la magia, cuando es mentira, me lloré todo cuando me enteré de que no era cierto. Igual el circo sigue, tengo hermanos menores que todavía se tragan la píldora.

10/01/71

Estoy emocionada, soy mujer, he tenido sexo, con Lucho. El ayudante del carnicero. Ese morocho que me hace la pasadita y mamá me saca volando del jardín cuando pasa. Es muy atrevido. Parece que besa muy bien. Ni idea porque es el primero. Usó forro, igual se rompió, estaba muy apurado. Me llevó al baldío detrás del parque, y muy galante me ofreció su peine después, incluso me lo regaló como recuerdo. Volví a casa un poco más tarde, pero disimulé, diciendo que había tenido clase extra de educación física. Y algo debe haber de cierto porque volví toda transpirada.

11/01/71

Se me fue la mano. Muy groso. Pero creo que escarmentó. La vieja chusma de mi mamá, te leía a escondidas. Lo sospeché, porque la señal que dejaba entre tus hojas estaba siempre corrida. Encima, la muy analfabeta, como al pasar me preguntó que significaba bardo. Entonces inventé lo de Lucho y entró como caballo. Se armó una de aquellas. Salió de raje para la carnicería, pobre tipo, no entendía nada y sobre llovido mojado, tras escándalo de revolear achuras, y cortes del mostrador sobre el pobre negro, gritando –sí está embarazada te mato–le dio un ataque de presión y salieron corriendo a la clínica con mamá y sus ojos en blanco.

Ahora está sedada e internada. Nadie entiende nada. Se me viene una que ni te cuento. En mi disculpa, es su sangre siciliana, la que la tiene a mal traer.  Te aviso, si en algún momento sentís calor, te estoy quemando. Los asesinos deben borrar las huellas en la escena del crimen.

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