Por Guillermo Cavia
En la obra “La maldición de Capistrano” del periodista, escritor y guionista, Johnston McCulley, el personaje de Diego de la Vega nace en 1782, de una mujer española llamada Chiquita de la Cruz y de un ex militar español, Don Alejandro de la Vega.
Esa es la verdadera historia original. Luego vendrán relatos que lo acercarán más a lo étnico. Pero en todas las referencias, al igual que en la de su creador, la muerte de su madre es prematura. También en las crónicas el joven de la Vega deja California y va a estudiar a Madrid, primer paso antes de regresar, años después, a Los Ángeles para convertirse en el Zorro.
El 25 de febrero de 1778 en Yapeyú, provincia de Corrientes en Argentina, había nacido un niño que se llamaba José Francisco de San Martín y Matorras, el hecho claramente revela que, al nacimiento de Don Diego de la Vega, San Martín ya tenía cuatro años.
No tengo dudas que quienes ahora leen, conocen que el Zorro es una maravillosa aventura que conserva valores, el honor, la palabra, la justicia, la valentía. Una leyenda de espadachines que revela la historia de un hombre enmascarado, de capa y sombrero, todo vestido de negro, excelente con la espada, el látigo y montado sobre un bello corcel que corre como el viento, cuyo nombre es “Tornado”.
La historia original escrita por Jhonston McCulley se llama “La maldición de Capistrano” y es en ese sitio donde hace su aparición el Zorro, justamente en una zona de California donde se encuentra la iglesia de la misión, San Juan Capistrano. Allí Don Diego de la Vega es un joven de la aristocracia, que durante la era mexicana de California participaba en las misiones de varios pueblos y ranchos. Él junto a su sirviente sordomudo, Bernardo, luchó contra las injusticias.
Debido a la demanda del público, Johnston debió escribir muchas historias del Zorro. La última es la conocida “La máscara del Zorro’, que se vio en el cine mudo y luego en multicolor en varias versiones, hasta que tuvo una última con secuelas, donde Diego muere, que además de no respetar la historia original, utiliza la leyenda en una saga que tiene al actor español, Antonio Banderas como protagonista.
McCulley había muerto en noviembre de 1958 y no pudo ver todos esos cambios de su creación. El cine hizo varios trabajos con significativos argumentos que, si bien mantenían la idea del personaje principal y la trama de la historia original, han mostrado versiones muy diferentes y distantes entre sí.
San Juan Capistrano es una ciudad de California que tiene su origen en una misión fundada a finales del siglo XVIII, cuando esa zona de Norteamérica era parte de las colonias del Reino de España. Hoy en día esta ciudad, que cuenta con algo más de 35.000 habitantes, forma The Orange Country, en el Estado de California.
La historia original cuenta que Diego de La Vega a los 16 años es enviado a España para ser educado. Ese hecho ocurre en el año 1798. Para la fecha de tales acontecimientos, San Martín había cumplido 20 de edad y estaba en España desde los seis. Era un estudiante avanzado y gran espadachín. Había vivido en Cádiz, Málaga y luego en Madrid, donde inició sus estudios en el Real Seminario de Nobles.
De la historia del Zorro se hicieron series, revistas, cine, comic, novelas, libros. En el caso de la novela “El Zorro”, escrita por la autora chilena, Isabel Allende, es un relato muy bien contado, donde toma la vida del mítico personaje. Podría interpretarse como un contenido basado en los eventos de la historia original del Zorro, escrita por Johnston McCulley y publicada en 1919. Pero el libro alude a numerosas referencias de otros trabajos relacionados con El Zorro, especialmente la película de 1998, “La máscara del Zorro”. La novela tiene figuras históricas famosas en el argumento, pero también contiene una curiosa omisión.
Allende menciona a los libertadores de América, a los grandes hombres que lucharon por la independencia, como el chileno Bernardo O’Higgins o el venezolano Simón Bolívar, pero no lo hace con San Martín, reconocido libertador de su propio país, Chile.
No creo sea una distracción, ni siquiera el olvido de un prócer como San Martín, que cruzó la Cordillera de los Andes, con el ejército argentino, para darle libertad a su país. Creo que se trata de desidia. No obstante, la novela de Allende incurre en varias equivocaciones, así como no menciona a San Martín, abusa en el texto del realismo mágico y cambia la etnicidad del Zorro de español a mestizo, porque sería hijo del capitán asturiano, Don Alejandro de la Vega y una guerrera amerindia, Toypurnia.
En la historia original Diego regresa de España y al ver lo que ocurre en Los Ángeles, decide luchar en contra de la tiranía del Capitán Ramón y el Sargento González. En la genial serie televisiva de Walt Disney (en mi visión la mejor versión de todas), es el tirano Capitán Monasterio que comparte el cuartel junto con al Sargento García, este último siempre trata de atrapar al enmascarado, pero a la vez íntimamente lo admira. En la historia del libro, como en el cine, el villano de turno es el presuntuoso oficial Don Rafael Moncada. De la Vega en cada historia asume la identidad secreta del Zorro. En su cruzada es ayudado por su amigo mudo, Bernardo y también Tornado, el veloz caballo negro del héroe.
Mientras tanto San Martín durante esa línea de tiempo estuvo combatiendo en el Regimiento de Murcia donde hizo toda su carrera militar, siempre en las filas del ejército español. También combatió en el norte de África, luego contra la dominación napoleónica de España y participó en las batallas de Bailén y La Albuera.
Creo que las historias de Diego de la Vega y de José de San Martín son análogas, paralelos. Podría pensarse que la propia vida de De La Vega es casi la misma que la de San Martín. Ambos nacieron de padres españoles, fueron educados en España y lucharon por la liberación de las personas, oponiéndose a las injusticias en sus pueblos, lo hicieron con espada en mano y valor en el corazón. Se les reconoce ser excelentes jugadores de ajedrez. Los dos usaban ropa característica, incluso capa. Tenían caballos formidables. Los dos enfrentaron los ejércitos de Napoleón. Como un llamamiento ellos volvieron a la tierra que los vio nacer para defender a los más desprotegidos. Contaban con personas que podían dar la vida por ellos. Tenían exactas relaciones con el poder. Buscaban con ansia la liberación de los oprimidos en manos de los tiranos. Sabían cantar y tocar la guitarra. Eran muy educados, astutos y estrategas. Amaban la lectura y sabían disfrutar de un buen vino estacionado.
Si pudiera una tarde tener la máquina del tiempo, viajaría hacia atrás para entrevistar al escritor y periodista Jhonston McCulley. Le preguntaría: Usted, para el personaje principal de “La maldición de Capistrano”, ¿se inspiró en el Capitán General del Ejército Argentino, Don José de San Martín?
Podría asegurarles sin lugar a equivocarme, McCullem, me diría que sí.