Una sociedad de escritores que cumple

Por Guillermo Cavia –

En el año 1946 podían oírse las campanas de los tranvías mientras transitaban por las diagonales, calles y avenidas de la ciudad de La Plata. La metrópoli era París de América. Distinción, arquitectura, glamur, cultura en cada sitio, una ciudad próspera y maravillosa.

En ese año todos los sueños eran parte de un espacio, como si nada pudiera detener el desarrollo. Las obras de edificios y casas familiares labraban un estilo que claramente se evidenciaba en La Plata que, como Capital de la Provincia de Buenos Aires, se transformaba en marca registrada.

Lo mismo ocurría con los autores de obras, escritoras y escritores de distintos lugares que solían darse cita entre los jacarandas, naranjos y tilos de la capital bonaerense. Como un llamamiento cultural, cual si en un mismo espacio pudieran confluir los cinceles, las plumas, los pinceles, el arte en su curación  y expresión cabal.

La sociedad de Escritores de la Provincia de Buenos  Aires  S.E.P. vio la luz en ese tiempo dorado y fue bajo la observación de sus fundadores que firmaron el Acta Fundacional para crear la Primera Comisión Directiva, constituida oficialmente el 24 de Octubre de 1946. A partir de allí la cultura en manos de quienes escribían tenía algo necesario, la pertenencia. Un nuevo punto cardinal.

Desde 1946 a nuestros días han transcurrido 75 años, en esa línea de tiempo los sueños de bohemios tuvieron un sustento y la perfecta armonía para sostener la palabra escrita, acompañando, difundiendo, organizando eventos, concursos, certámenes. Haciendo grande el sentido de corresponder, ofreciendo un espacio real al pensamiento de quienes, en la Provincia de Buenos Aires, necesitaban ser representados.

“La Sociedad tiene por objeto enaltecer la función social del Escritor y afirmar la personalidad intelectual de la Provincia de Buenos Aires. Estimular la vocación literaria de los nuevos escritores. Fomentar la Producción literaria y científica, y procurar que la S.E.P. tenga obligada representación en los jurados oficiales de Selección”. Estas palabras escritas pertenecen al estatuto de la Sociedad de Escritores de la Provincia de Buenos Aires y son la referencia perfecta de una institución que hace 75 años le hace bien a la cultura.

Imagino a los canillitas del diario “El Argentino”, los puedo ver con las gorras hasta las orejas. Trato de pensar otra vez en los tranvías, en la belleza de las casas que embellecían las manzanas de una ciudad con brillos de Plata en el año 1946. Las máquinas a vapor ingresando a la estación del ferrocarril, incluso las noticias acerca de los Domingos, Mercante y Perón, uno gobernador y el otro presidente. Los trabajos en el puerto de Bahía Blanca, los paseos en la rambla de Mar del Plata con señoras y señores elegantes. Todo como parte de un tiempo que ya no es, personas que no están, incluso edificios que ya no existen. Una transformación en el transcurrir del reloj con su implacable avance, que inexorablemente hace una mutación. Pero siempre en ese transitar hay cosas invariables que obedecen a un legado, una logia, un sentir. Algo inalterable.

Aunque no se puedan oír las campanas de tranvías, ni ver canillitas, ni esas casonas familiares donde se crearon edificios nuevos, en los mismos cimientos de lo que antes parecía París, hay cosas que son inquebrantables y mantienen el espíritu fundacional, como la Sociedad de Escritores de la Provincia de Buenos Aires, trabajando desde 1946 en la difusión de las letras. Durante los 75 años lo han hecho, bajo la misión principal que es dar a conocer talentos poéticos y artísticos, desarrollar el liderazgo colaborando con la realización de proyectos. Una idea y un trabajo que en distintas generaciones se ha transformado en patrimonio testimonial de su existencia.