Una maestra siempre enseña: “La historia de Yasmin”

Una mañana Yasmín se preparaba para ir a la escuela. La mamá le había hecho la leche y la peinaba para hacerle las dos colitas como a la nena le gustaba. Mientras tanto las dos veían como el agua de la lluvia caía mojando los vidrios de la cocina y las plantas del patio.

-Hoy me parece que va a llover todo el día – le dijo la mamá – tratá de no mojarte cuando estés en el recreo.

De pronto escucharon la bocina del transporte que la pasaba a buscar. De modo que la mamá le puso a Yasmín la capa de lluvia, así bajo un paraguas corrieron hasta la puerta del micro que la esperaba. La nena subió y se fue con otros niños que ya estaban a bordo rumbo a la escuela.

El colectivo iba muy despacio porque era peligroso andar más fuerte, pero de pronto se detuvieron. A través de las ventanillas podía verse que había mucho movimiento de personas y parecía que algo había pasado. Se podían ver a los policías que detenían el tránsito y que trataban de desviarlo hacía otras calles de la ciudad. Todos los chicos se acercaron a las ventanillas para tratar de ver a través de ellas que era lo que ocurría, a la vez que el micro no podía ir ni para un lado ni para el otro. En ese mismo lugar en donde estaban detenidos de pronto empezaron a sentir un ruido muy grande que no sabían de dónde venía. Era como si una explosión le sucediera a otra que se escuchaba cada vez más estridente.

– ¡Allá, allá, en el cielo! – gritó Yasmín.

Así que todos los niños, incluso el chofer del micro y la señorita que los acompañaba, miraron hacia arriba. Pudieron ver unas luces muy potentes, blancas, rojas y verdes que se acercaban hacia el suelo. Ellos no podían creer lo que estaban viendo. Pero sin embargo estaba sucediendo. ¡Se trataba de un helicóptero que se disponía a aterrizar en medio de la plaza!

Desde las ventanillas del micro podían ver como los árboles cercanos y el pastito del suelo se balanceaba a medida que la aeronave se acercaba a la tierra. Cuando lo hizo y aterrizó uno de los pilotos se bajó y abrió la puerta lateral desde donde salieron dos personas vestidas como médicos. Llevaban consigo equipos y otras cosas que todos los niños miraban con gran atención. Estos corrieron hacia el lugar en donde parecía había ocurrido el accidente.

Yasmín también observaba que desde atrás del helicóptero se abrían dos grandes puertas como si una boca gigante hubiera aparecido. El mismo piloto las enganchaba para que quedaran sostenidas desde los costados de la aeronave. Todo ocurría muy de prisa y los niños eran testigos de lo que pasaba. No podían creer que camino a la escuela en esa mañana se hubieran encontrado con un helicóptero en medio de la plaza. Yasmín y los demás niños seguían mirando con gran atención cada uno de los movimientos. Así vieron que un grupo de personas trasladaban a alguien, lo acercaban en una camilla hacia la aeronave. Observaron que esa persona fue subida al helicóptero a través de esa gran boca abierta que habían visto atrás. Enseguida esos portones traseros se cerraron y los médicos subieron a bordo. Un piloto cerró las dos puertas y otra vez el ruido ensordecedor del principio se comenzó a escuchar con más fuerza que nunca. Pudieron ver como el helicóptero comenzó a agitar con más fuerza las palas sobre su techo y así a elevarse en medio del aire. Lo miraron hasta que se perdió en el cielo aunque todavía seguían sintiendo el ruido intenso del motor.

Todas las caras de los niños estaban pegadas a las ventanillas del micro para tratar de ver hacia donde iba el helicóptero, que recién terminaba de despegar desde la plaza. A la vez empezaron a sentir que el micro podía moverse y así se dieron cuenta que seguían camino a la escuela. Esa mañana no fue como todas las mañanas porque los chicos habían visto algo que les había llamado mucho la atención. Así que en la escuela la maestra les pidió que hicieran un relato y dibujos de lo que habían visto. Los chicos de inmediato se pusieron a trabajar. Recordaron que estaba lloviendo, que de pronto Yazmín vio las luces en el cielo, que un helicóptero de color amarillo y con una gran cruz color roja, aterrizó en el medio de la plaza y que alguien que había sufrido un accidente pudo ser trasladado. Los trabajos fueron entregados a la señorita junto con los dibujos.

Cuando todos terminaron la señorita Nancy les contó otra historia, les dijo que una vez había una nena que estaba en la panza de la mamá y que esa mamá vivía en una zona que se había inundado a consecuencia de la crecida de los ríos y la lluvia de varios días. Por ello no podían trasladarse a través de los caminos, porque todo estaba bajo de agua. Y lo peor es que en uno de esos días la niña que estaba en la panza avisó que era tiempo de nacer, así que la situación se hizo más difícil de lo que ya era. Además la mamá solo podía tener a la beba con asistencia médica porque tenía un problema que dificultaba la posibilidad de un parto natural. Por eso la mamá y el papá estaban desesperados y sin saber que hacer. Así que el papá se fue a caballo hasta la casa de unos vecinos para tratar de conseguir ayuda. Desde allí avisaron por medio de un quipo de radio que estaban en problemas y detallaron cual era la situación que sufrían. No tenían forma de dejar el lugar porque el agua los había rodeado desde hacía varias semanas.

Ese mismo día y apenas dos horas más tarde un avión estaba aterrizando en la pista del aeródromo que estaba muy cerca de la casa de ella. Se trataba de un avión preparado para un evacuación sanitaria, que venía con personal médico para trasladar a la mamá y su beba por nacer. Así que de ese modo la mamá pudo ser llevada hacia otro lugar en donde tuvo su bebita que nació sana y salva, en un hospital esa misma tarde.

La señorita les contó que esa beba que nació ese 14 de marzo era quien ahora les estaba contando la historia. ¡Era yo misma! – les dijo a sus alumnos que la miraban con gran atención. Los chicos se emocionaron al saber que la propia señorita Nancy era la hija de la mamá que había tenido que ser trasladada en avión en medo de esa gran inundación.

Ese mediodía cuando Yasmín regresó a su casa llegó llena de historias para contarle a su mamá. No sabía por dónde empezar. Cuando pudo contarle todo, se dio cuenta que ya no llovía y el sol le decía que era una tarde hermosa para ponerse a jugar.