Saludo no convencional

Diseño sin título - 1

Por Elvira Yorio* –

En el aire se percibe una ansiedad colectiva, los ritmos cotidianos parecen alterarse, la gente corre de una reunión a la otra, los actos se superponen, las llamadas se multiplican… Periódicamente, cada 365 días, se repite la situación ante la cercanía del fin de año. Si, fin de año…gregoriano: el día 31 de diciembre termina el año 2025 y al día siguiente, 1 de enero comenzará el 2026. Sin embargo, la colectividad judía dio por finalizado el año 5785 en septiembre y empezó a transitar el año 5786. Por su parte, el almanaque islámico determina que el presente año es el 1446, iniciado el 6 de julio. Y aún es posible seguir encontrando diferencias, pues existen alrededor de cuarenta calendarios distintos, entre ellos el chino, el persa, el budista… Tales determinaciones no son otra cosa que convenciones impuestas a las distintas comunidades y aceptadas como ciertas. Todas esas culturas que trabajaron el cómputo del tiempo, seguramente tuvieron sus razones para organizarlo de determinada manera. ¿Cuál es la correcta? En esta mescolanza de verdades… ¿es posible hablar de una que pueda prevalecer? Me temo que no. Lo cierto es que existe la generalizada costumbre de festejar el fin y el comienzo de aquellos ciclos inventados. ¿Qué llevó a las personas a hacerlo? Según algunos historiadores, parece que esa costumbre nació en la antigua Mesopotamia y en Roma, a la manera de un balance que permitiera tomar conciencia de lo realizado, recuperar energía perdida y proyectar nuevas metas. Con frecuencia lo religioso se mezcló con lo pagano. Muchas comunidades confesionales todavía conservan tradiciones religiosas que cumplen en esas transiciones temporales: ofrendas a sus dioses, jornadas de ayuno, abstinencia, reflexión, el rito de consumir ciertos alimentos por su valor representativo ( ej, manzana, miel) etc.

Entre nosotros y la gran mayoría de los habitantes del mundo occidental, la introspección ha perdido adeptos. Ni siquiera se intenta…opacada por el publicitado oropel externo que ordena consumir, como fórmula exclusiva que asegura la felicidad. Al menos, eso promete la propaganda. Entonces…gastamos lo que tenemos (y hasta lo que no tenemos) en regalos para la ocasión. Comemos con avidez y bebemos sin medida, como si fuera la última vez…participamos de reuniones insólitas, con personas aún más insólitas. Entre copa y copa brindamos por cualquier cosa que nos propongan o se nos ocurra, e intercambiamos deseos de felicidad y prosperidad, empleando las consabidas frases hechas que a todos parecen calzar en esas circunstancias. En el vaivén de emociones prefabricadas y afectos de cotillón, no hay lugar para la introspección, requisito indispensable en todo balance vital. Quizás ya no interese este tipo de actividad del espíritu. Sin embargo, algo nos reclama de una manera recóndita y misteriosa, que es necesario un reencuentro con las esencias, una recuperación de las emociones genuinas, un regreso a la autenticidad, una pausa para meditar, una revalorización de las cosas simples, un regreso al diálogo fecundo que permite crecer y construir…valdrá la pena intentarlo y así sentirnos plenamente humanos.

 En tanto, reciban quienes esto lean, mis más fervientes deseos de paz, amor, comprensión y paciencia, sea cual fuera el año que estemos transitando o vayamos a transitar.

*Colaboración para En Provincia.

Fotografía: https://pixabay.com