Por Guillermo Cavia –
Ella siempre tuvo el pelo largo, desde niña. Seguramente su papá lo acariciaba tantas veces como le fuera posible, igual que el viento que se lo llevaba a un lado y a otro, como si fuera parte de un vuelo.
La oficina que ella ocupa tiene ventanales inmensos que permanecen abiertos, como parte del protocolo debido a la pandemia de Covid-19. En el lugar hay tres escritorios, pero el de ella destaca, quizás por la ubicación o porque las luces allí producen una atmósfera especial.
En los rasgos de su cara se le descubren facciones italianas. Por eso dice que es pasional, impulsiva, demostrativa, pero por sobre todas las cosas su papá le decía, que “era cariñosa”.
Rocío Galliani comenzó a trabajar en la Dirección Provincial de Aeronavegación Oficial y Planificación Aeroportuaria en septiembre del año 2004. Recuerda ese año con tristeza porque seis meses atrás se había ido su Papá, que, hasta entonces era subdirector de la dirección.
El destino suele armar la realidad y las personas, sin pretenderlo, están en medio de ese andar. En apenas dos años había perdido a sus padres. Durante 2003 a su mamá y en 2004 a su papá, con quién además vivía. Ella es la tercera hermana de tres mujeres y dos varones.
Cuando tenía 13 años su papá comenzó a llevarla a su trabajo, esas primeras idas se transformaron en el bautismo con el ámbito aeronáutico, que para Jorge Galliani, era como su primer hogar. Confiesa que esas incursiones eran aburridas, ocurre que ella iniciaba su adolescencia y estar en ese sitio no era algo que quisiera elegir.
Habla del papá con orgullo, los ojos le brillan, un poco porque se emociona y otro tanto porque se le excede el alma de palabras buenas para con él. Recuerda que, Jorge empezó desde muy chico a limpiar las máquinas de escribir en la gobernación de la Provincia de Buenos Aires. Siempre trabajó, esa perseverancia en la labor lo hizo llegar a la Subdirección de la DPAO y PA, el hecho fue como un mensaje directo, la tenacidad, la enseñanza del amor por el trabajo, que también heredó Rocío.
Su papá una vez, quizás presagiando si algo le sucediera con su salud, le trasmitió que hablara puntalmente con alguien muy especial acerca de su futuro. No hizo falta, porque ella cuenta que cuando en marzo de 2004, su papá falleció, esa persona ingresó al velatorio y le dijo: “No olvides lo que te pidió tu papá”. Se trataba del Ing. Aeronáutico Jalil Amado, que en ese momento era el Director de la DPAO y PA.
Cuando ella empezó a trabajar en septiembre de 2004 en la DPAO y PA lo hizo en el área Técnica. Un año después inició su trabajo en administración. “Las personas que trabajan en distintas tareas siempre deben saber administración, porque es fundamental en el desarrollo laboral” dice.
Recuerda distintos momentos relacionados a su actividad, los más intensos laboralmente que eran tareas de lunes a lunes, como también las diversas adecuaciones a los cambios tecnológicos: escribir las carátulas de los expedientes en sistema D O S que no permitía lugar a equivocaciones, la utilización del Fax, los elementos de comunicación como beeper, nextel. “Ahora todo eso se ha suplido por el WhatsApp”, cuenta, mientras se ríe.
En sus años en la Base de Operaciones de la Aeronáutica de la Provincia, realizó cursos de perfeccionamiento en el IPAP, como también el propio aprendizaje de las actividades que llevaba a cabo, como realizar viáticos; parte diario del personal; manejo de caja chica; importaciones¸ exportaciones; internacionalización del Aeródromo; aduana; combustible, todas actividades que son de mucha responsabilidad y piezas de un engranaje necesario para que una aeronave pueda partir a una misión y que luego regrese sin inconvenientes a la base de operaciones, con la tarea cumplida.
Mientras me cuenta las alternativas de su vida laboral, llegó el repartidor de agua, que trae los bidones para los distintos dispenser, ubicados en la DPAO y PA. No sale sola a recibirlo, la acompañan algunas mascotas caninas, que se han afincado en el sitio y reciben lo más importante que pueden necesitar, amor y atención. Son animales que han sido abandonados y tuvieron la suerte de estar allí, conviviendo con otros que habían corrido la misma suerte. “Son hijas e hijos de la vida” dice “no son los únicos que tengo” agrega. No está sola en esa cruzada porque la mayoría del personal que desempeña labores los trata de muy buena manera.
Son muchos los recuerdos y anécdotas que tiene, memora su primer vuelo en avión a bordo del Cessna Citation y también otro en el helicóptero BO105, que la impresionó demasiado y optó por no volver a subir a ese tipo de aeronave. Tiene muchos momentos, todo está en la memoria, se resguardan entre instantes buenos y otros que no lo son tanto. Las historias son parte de su vida, todo está a solo 10 minutos de su casa.
También guarda una anécdota con mucho cariño, es cuando en la plataforma de operaciones de la base llegó el cantante Ricki Martín. Ella como muchas de las personas que allí trabajan pudieron conocerlo personalmente, sacarse fotos y quedarse con un relámpago de la vida que con seguridad es para siempre.
El viento, innegable sigue jugando en su pelo como cuando tenía 13 años. Algunas cosas cambian, pero otras se quedan para siempre, se fijan en el sentir, en el andar.
Rocío Galliani, es un integrante de la DPAO y PA. Es como cada trabajadora y trabajador, una articulación fundamental en la misión que las 24 horas, durante los 365 días del año, realiza aeroevacuaciones y vuelos de traslado de órganos, que posibilitan la esperanza de vida de personas.