Recuerdos bien guardados

Por Cristina Rodriguez –

Encontrarlo entre “las cosas guardadas” en el galpón de la casa de los abuelos fue un pasaje de ida a la infancia. El gran comedor de mesa amplia y sillas muy altas, la lámpara con caireles, los cuadros, la gran chimenea y sobre la chimenea…el florete.

¡Cuántas tardes pasé admirándolo!¡Cómo disfrutaba las historias que el abuelo contaba sobre él! Era tan lindo cuando lo descolgaba y comenzaba a ejercitar mientras me relataba prácticas, competencias y hablaba sobre sus adversarios.

¡Mi abuelo había practicado esgrima con el mismísimo Zorro!¡Si! ¡Con el mismísimo, mismísimo Guy Williams! Era un orgullo para él haberlo conocido y compartir tiempo con “Don Diego de La Vega”.

La abuela decía que ese florete tenía mucha más historia, que lo más importante no era que el abuelo se hiciera amigo del Zorro y fuera muy hábil en esa práctica. Lo más importante era que con el florete en la mano, su sonrisa amplia y una leve reverencia había conquistado su corazón hacía muchos, muchos años.

Ella decía también, que cuando el abuelo se quitó la mascarilla de protección y le sonrió… escuchó un solo de violín y esa música siguió escuchándola cada día cuando el abuelo le alcanzaba el primer mate de la mañana y le daba los buenos días.

Mis abuelos ya no estaban, la casa debía vaciarse para venderla y mi infancia había quedado lejos.

Antes de retirarme di una última vuelta. Recorrí el jardín, el amplio comedor, las habitaciones y la cocina. Sobre la mesada había un frasco pequeño de vidrio , de esos que guardaban la conserva de tomate. Lo tomé entre las manos y por un momento la cocina se llenó de aromas…cebolla, orégano…laurel.¡¡El tuco de la abuela!!

Casi mecanicamente intenté abrirlo.¡No pude! Estaba fuertemente cerrado. No lo forcé más, lo dejé sobre la mesada y me dispuse a salir. Volví sobre mis pasos, tomé el frasco y lo guardé en la mochila.

¡Tal vez fuera una locura pero sentí que ese era el último regalo que la casa me brindaba!¡No era un frasco vacio! ¡Estaba llenito de infancia! Y lo llevaría conmigo para siempre.

Realizado en el Taller de Cuentos de “Al Pie de la Letra de María Mercedes G”