Raly Barrionuevo, cercano como un abrazo

Por Andrés Mazzitelli

El cantautor Raly Barrionuevo se presentó el domingo 28/09/2025 en el Teatro Municipal de Tres Arroyos con localidades agotadas.

Raly Barrionuevo (Raúl Eduardo Barrionuevo Toledo) es un santiagueño nacido en Frias, una ciudad tan en el límite provincial que a metros de sus últimas calles ya es provincia de Catamarca.

Radicado en Unquillo, Córdoba desde principios de los 90, comenzó a desplegar una frondosa carrera como cantautor del género folklórico y de la canción latinoamericana con compromiso social, haciendo una permanente defensa de los Derechos Humanos.

Sus primeras grabaciones datan de 1995. Es decir que este músico y poeta lleva más de tres décadas desandando escenarios, a lo largo de los cuales engendró 15 álbumes, casi sin estridencia, pero sin pausa, perlando de paso el cancionero popular argentino de varias canciones imprescindibles.

Por eso, cuando aparece así, tímidamente sobre el escenario, y antes de tomar siquiera una guitarra, por el solo hecho de estar ahí de pie, se desata el primero de los aplausos de la noche, pienso que lo que se aplaude es también la sencillez y la humildad. Porque este artista, no lo olvidemos, ganó el Festival de Viña del Mar en 2001, (con la canción “Ayer te vi” de Víctor Heredia) fue Consagración de Cosquín en 2002, recibió el premio Konex 2015 por ser uno de los cinco mejores cantantes folklóricos de la década y viene recorriendo el país con un show unipersonal desde hace casi 3 años con notable suceso.

Rodeado por un abanico de 7 guitarras, un charango y un piano, Raly Barrionuevo sale a escena sin un set list. Es decir, no sabe exactamente qué va a cantar. A menudo el público crea tramos del espectáculo con sus pedidos, otros títulos acuden a la memoria del artista en ese momento. Es una experiencia única, verdadera e irrepetible, en este extraño momento histórico que desgraciadamente nos toca, donde casi nada es auténtico, sino filtrado por autotunes, generado por IA, o falseado con pistas pregrabadas.

Y no es que Barrionuevo reniegue de la tecnología, todo lo contrario. Como un Ed Sheeran autóctono, arma en vivo loops de percusión y guitarras sobre los que luego construye canciones. No sé si los puristas del folklore lo aprobarían, pero deberían hacerlo. Porque Raly se atreve a jugar sobre el escenario, a correr el riesgo allí donde todos van a lo seguro. Incluso invitando bailarines a sumarse, profesionales y aficionados. Una verdadera comunión donde parece desvanecerse la distancia abismal entre la estrella y su público. Así se siente. Cercano como un abrazo.

Y es que Raly Barrionuevo, detrás de la sonrisa amiga, destila una melancolía casi siempre dulce, que impregna tanto sus canciones como las que elige de otros autores.

Luego de la broma de comenzar con “Rapsodia Bohemia”, el viaje despegó con “Luna cautiva” de José Ignacio Rodríguez y luego hilvanó siete títulos de su autoría: “Chacarera de la espada”, “Agua de los tiempos”, “Zamba y acuarela”, “Circo criollo”, “Cuarto menguante”, “Coplita de amor” y “Ey, paisano”, para recalar en “Zamba de Usted”, de Ariel Ramírez y Felix Luna, al piano, del disco “Radio AM”(2009), un álbum imperdible. Continuó con “Si acaso vuelves (Mujer morena)”, del álbum del año 2000 Circo Criollo, disco del que más canciones extrajo en este show, y que tal vez sea uno de sus mejores producciones. “Huella de los labriegos”, “Zamba de Abril” y “Chacarera del Chalalo” de Fortunato Juárez cerraron ese tramo para el ingreso de la notable artista invitada: Patricia Pato Herrera, integrante del grupo vocal “Soles y lunas” y amiga de la infancia de Raly. Juntos encararon “Mujer caminante”, chacarera del álbum de 2012 “Rodar”, que versionaron a dúo en el flamante álbum, “Mujeres caminantes” (Álbum que fue postulado a los Grammy´s Latinos 2025 en la categoría folklore y álbum del año). No es fácil subir como invitado de un artista de la talla de Raly, pero Herrera conecta de inmediato con el público a pura dulzura y una voz cálida y profunda que no pierde firmeza o expresividad ni siquiera en las notas altas. Por si fuera poco, también se hace cargo del bombo. Y a disfrutar, se ha dicho. Pasaron “De mis mayores”, “La Huaicondeña”, de Alvarez Quiroga y Onofre Paz, “Por esas cosas” de Arseño Aguirre y “Chacarera del sufrido” seguida de “La carbonera” de los Hnos. Ávalos.

En el tramo final desfilaron “La ñaupa-ñaupa”, “La algarrobera” para llegar al momento central de la minuciosa puesta de luces con la emotiva “Niña luna”, canción de 2006 del disco “Paisano vivo”, que transmuta la tristeza de la terrible pérdida en una belleza poética y sonora que cala hasta los huesos.

Por supuesto que no faltaron “Y seremos agua”, “La niña de los andamios”, “Solo tus ojos”, “Alma de rezabaile”, “Chacarera del exilio” y “Somos nosotros” para cerrar los bises con “De mi madre”, cantado por todos como un rezo y una ovación de pie, que es lo menos que se merece este artista.

Raly Barrionuevo no solo es un cantautor que pinta con belleza la realidad, a menudo dura, del paisaje argentino, sino que además es un intérprete exquisito, de gran caudal emocional.

El recordado José Ángel Trelles solía decir que cuando un intérprete cantaba estupendamente una canción, no la cantaba, sino que “la clausuraba”, porque nadie más podría hacerlo mejor.

Y Raly Barrionuevo, en mi humilde opinión, ya clausuró unas cuantas.

El folklore y la canción respiran, viven y florecen en este artista solitario que no se detiene y sigue creciendo, como sus seguidores.

Algunos detalles técnicos

El set de instrumentos (Rig) del que dispone Raly Barrionuevo en este espectáculo consta en su parte visible de 7 guitarras, un charango, un piano digital, un bombo, un shaker y al menos una armónica con soporte. Una de las guitarras es acústica de 12 cuerdas, el resto alternan, algunas con cuerdas de nylon, otras de acero. Raly no tiene ningún pudor en tocar una zamba o una chacarera con sonido de guitarra acústica. (Ha usado en otra época guitarra eléctrica también).

Pero su búsqueda de nuevas formas de tocar folklore no termina ahí. Párrafo aparte para las afinaciones de las guitarras. Algunas parecieran conservar la afinación estándar (A440 E-B-G-D-A-E). Pero una de las guitarras está afinada tan grave que suena casi como un bajo, y otra tan aguda que parece un ukelele. Imagino que decidir el calibre de cuerdas de estos dos instrumentos ya debió ser toda una aventura.

Utiliza también un pedal de efectos con posibilidad de grabar y crear secuencias en repetición (Loop), posiblemente múltiple, porque puede dosificar capas de instrumentos a su antojo durante las canciones. Aunque estos dispositivos parezcan sencillos, no lo son tanto. Y generar los loops en vivo, después dispararlos con exactitud, y además tocar y cantar decentemente, no deja de ser en sí una pequeña proeza.

La puesta de luces es un punto fuerte del espectáculo. Cada canción tiene una puesta de luces específica. Y en las canciones que obviamente son fijas en el repertorio, es más notable.

El sonido es, cómo decirlo, muy cercano a ideal. No cabe duda que el tono intimista de la propuesta también fue trabajada por el lado de un sonido de potencia baja a media, pero de gran calidad.

Raly no utiliza ningún medio para leer las letras, ni papel ni electrónico. Tomen nota, Ustedes, los que se han vuelto dependientes de las pantallas con las letras. La tecnología facilita, pero también atrofia.

Fotografías: Anahí Fernández.