Los contrastes de una noche Árabe

Colaboración de “Coya” Galli – Desde Qatar –

El partido entre las selecciones de Argentina y México, jugado en la noche catarí, nos reveló las contradicciones de un país que, si bien quiere mostrar al mundo una opulencia que opacaría la de los países centrales del Primer Mundo, en realidad la misma no va mucho más allá de sus construcciones y edificios monumentales, ya que en otros aspectos no ha superado aún etapas muy anteriores de desarrollo.

Dentro de esto, tanto a la entrada como a la salida del estadio de Lusail, los miles de espectadores debieron padecer filas interminables, que por momentos, sobre todo a la salida, se tornaron peligrosas para la integridad física de los asistentes, entre los que se contaban cientos de niños, hijos de la población trabajadora local.

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Al egreso, se demoraba mas de una hora y media para poder recorrer los 300 metros necesarios para abordar el metro subterráneo que une el Lusail Stadium con la ciudad de Doha, distante a 18 km. Todo esto bajo la torva mirada de la policía local, que no tenía un trato adecuado a las circunstancias y solo se preocupaba por revisar mochilas y banderas.

Eso sí, una vez en el subte, la modernidad parecía renacer con sus cómodas instalaciones.

https://youtube.com/shorts/dLgJLgK-p08

Punto en contra para la FIFA, que poco parece haber chequeado en la organización de estos eventos (hasta es muy fácil ingresar a sectores que no corresponden a la entrada de cada espectador).

También la noche catarí nos mostró a hinchas mexicanos que, luego de ingresar exultantes, se retiraron muy apesadumbrados, contrastando con los parciales argentinos, que trocaron su nerviosismo por alegría a partir de los goles de Messi y del ascendente Enzo Fernández, figura joven que sin duda, se ganó un lugar entre los jugadores titulares de los próximos encuentros a disputarse.