Las promesas incumplidas de Internet: democracia, horizontalidad y caducidad de la periferia

Profesor Dr. Luis Sujatovich – UNQ – UDE –

Una de las promesas incumplidas de los primeros años de Internet fue que se convertiría en un espacio democrático, horizontal y sin centro. No hace falta fundamentar los motivos por los cuales ninguno de las tres existe ni siquiera bajo la difusa modalidad de la utopía. La democracia ha sido sofocada por las restricciones discursivas que hemos aceptado e imponemos con un rigor digno de otras luchas. Ningún filtro o censor podría desarrollar a diario la magna tarea que cada uno de nosotros cumple con sus relaciones digitales idea, figura o palabra que no se ajusta al bien pensar dominante, cae en desgracia sin miramientos. Pareciera que nadie olvida la piedra cuando ingresa a la red. Alguna vez leí un grafiti que, acaso sin saberlo prefiguraba las condiciones de posibilidad de la circulación de ideas en la red, decía: el que no piensa como yo es un fascista. La inversión denota el límite de lo decible y la velocidad con la que se clausura el sentido. Usted es el culpable porque nosotros acordamos, de forma tácita, que eso no es así ni se dice de esa forma. Y esto será así mientras sigamos pensando de esta manera.

Tampoco la categoría de horizontal resulta pertinente. No sólo porque en la red se replican las clases sociales, sus legitimidades y sus miserias. Sino también porque han surgido desde la aparición de las grandes plataformas sujetos que bajo diferentes denominaciones, tales como influencers, Tiktokers, Youtubers, etc. han ido generando un grupo selecto que lucran a partir de su éxito. Acaso sin proponérselo, estas celebridades al gozar de la fama y de los privilegios derivados de ella, renuevan un orden social que se organiza de forma piramidal.

La distinción sigue operando en favor del reforzamiento del mito del esfuerzo individual, a la vez que le otorga legitimidad a quienes resultan favorecidos.

Y en cuanto a la ausencia del centro, la preeminencia de  Facebook y Google nos exime de cualquier elucidación al respecto. Por supuesto que no se hace referencia al sentido estricto del vocablo, sino desde una perspectiva comunicacional, económica, cultural y tecnológica. Hay otros espacios que congregan multitudes, pero es indudable que esas empresas han logrado que con asiduidad ejerzamos una sinécdoque: nos conectamos a Instagram no a Internet. Así como si queremos manifestarnos procuramos asistir a algún lugar con notoriedad y con gran afluencia de transeúntes, del mismo modo una campaña o una promoción en la red no comenzará por una módica lista de correos electrónicos de dudosa procedencia. Nos guste o nos parezca un perjuicio no todos los lugares de la red generan la misma estimación.

Internet no es un lugar montado para que podamos ejercer nuestros derechos, comunicarnos, estudiar, comerciar y gozar de los bienes culturales y artísticos de la humanidad. Sin embargo, es indispensable que se siga pugnando por lograrlo a pesar de los monopolios, de los privilegios y de las prohibiciones.  Porque, como dice una canción de Serrat, detrás está la gente.