La idea de tesla marcaría su vida y también su muerte

Nikola Tesla, de etnia serbia, tuvo la luminisidad consigo desde su nacimiento. Era un genio.

Nació en el pueblo de Smiljan, Croacia, el 10 de julio de 1856. Siendo adulto viaja a Estados Unidos y se nacionaliza allá.

Tras su demostración de la comunicación inalámbrica por medio de ondas de radio y después de su victoria en la guerra de las corrientes, se le reconoció ampliamente como uno de los más grandes ingenieros eléctricos de los Estados Unidos de América.

La fama de Tesla rivalizaba con la de cualquier inventor o científico contemporaneo.

Quería idear una forma para que la energía gratuita llegase a todo el mundo.

Trabajó en París en la Compañía Edison. Desde la capital francesa emprendió su viaje transoceánico hasta Nueva York en 1884. Allí, el mismo año en que llegó también desde París la Estatua de la Libertad.

Tesla acudió directamente a las oficinas de alguien que marcaría el resto de su vida: Thomas Alva Edison. Para él iba dirigida una carta de recomendación de Charles Batchelor, su último jefe en Europa.

Tesla estaba convencido de que la corriente alterna era una solución mejor. La corrienta alterna es la corriente eléctrica en la que magnitud y sentido varían de forma cíclica. Y que no tardó en imponerse frente a la continua.

La idea de Tesla era mejor, pero necesitaba a Edison para implementarla. Ahí se desató el conflicto en el que Edison defendió su fortuna a toda costa. De ninguna forma iba a permitir Edison que un extranjero que acababa de llegar a la ciudad le arrebatase la fama e hiciese peligrar esa suerte de imperio eléctrico que consiguió levantar. Se unieron ego y dinero. Aunque más tarde, Tesla conoció al empresario George Westinghouse, que había desplegado una red eléctrica de corriente alterna en Massachusetts, todavía faltaba una pieza clave para que la corriente alterna lograse imponerse de forma incontestable.

Edison ridiculizó siempre que pudo a Tesla y la relación no tuvo vueltas. Tesla nunca más le prestó atención y montó su propio estudio y laboratorio de experimentos.

En los últimos años de su vida, The Times entrevistó a Tesla, quien reveló que sólo esperaba vivir el tiempo suficiente para, al menos, colocar un aparato en una habitación que pudiese activarse con la energía de su alrededor”. En su crepúsculo, Tesla murió sólo, abandonado. Tras fallecer en 1943, comenzó la campaña para borrar su nombre de la Historia y atribuir sus éxitos a otros, así como centrar su recuerdo en su carácter excéntrico.

Por ejemplo, Edison fue proclamado padre de la electricidad, y Marconi inventor de la radio. Pero ambos, sin Tesla, no hubiesen sido nada. Especialmente Marconi, quien utilizando diecisiete patentes de Nikola para su primera retransmisión en 1901, atribuyéndose el mérito sin citar a Tesla. Este hurto fue subsanado por la Corte Internacional en 1943, pero todavía hoy la cultura popular señala a Marconi como inventor de la radio.