El día que el planeta dejó de reflejarse

Editorial –

Desde 2020, la Tierra ya no devuelve la misma luz. La NASA lo confirmó: el hemisferio norte se oscurece. Absorbe más radiación solar de la que refleja, rompiendo una simetría que durante décadas sostuvo el equilibrio climático global. El albedo planetario —ese espejo invisible entre cielo y suelo— ha perdido su eje.

No es solo ciencia. El norte se vuelve opaco, el sur resiste. Las nubes, que deberían compensar, se desvanecen. El hielo retrocede. El vapor se multiplica. Y el planeta, como un cuerpo que ya no se reconoce, gira con una leve inclinación hacia la sombra.

Según se ha explicado la diferencia es mínima: 0,34 vatios por metro cuadrado por década. Pero el efecto es acumulativo, silencioso, irreversible. La cinta oceánica se ralentiza. Las lluvias migran. Las sequías se instalan. El cielo ya no distribuye su luz de la misma manera de quienes la recibieron solamente hace 10 años atrás.

En medio de esta noticia que se replica en todos los medios, en este mes de octubre habrá en el espacio tres cometas, superluna, lluvias de meteoros, conjunciones planetarias. Como si el universo entero estuviera coreografiando una ruptura, marcando el fin de una era de simetría.

Es probable que algo se haya desajustado. Porque cuando el planeta deja de reflejarse, lo que se oscurece no es solo el hemisferio. Es la memoria de un equilibrio que creíamos eterno.

Debiéramos preocuparnos. No desde el pánico, sino desde la conciencia profunda de que algo esencial está cambiando en el cuerpo del planeta —y por lo tanto, en el tejido que sostiene la vida.

La ruptura de simetría en el albedo terrestre no es solo un dato técnico: es una señal de que el equilibrio energético que regulaba climas, corrientes, lluvias y estaciones está desajustándose. Y lo más inquietante es que este cambio no viene acompañado de una respuesta proporcional como especie. Seguimos actuando como si el espejo planetario siguiera intacto. Como si nada estuviera pasando y justamente hacia la nada, nos dirigimos.