Día de la Memoria por la Verdad y la Justicia: La educación, acechada

Por R. Claudio Gómez –

Al inicio del ciclo lectivo de 1978, los docentes argentinos recibieron un particular folleto de apoyo escolar. Las consignas para los educadores llegaron desde el Ministerio de Educación de la Nación. Su título, estremecedor: Subversión en el ámbito educativo. Conozcamos a nuestro enemigo.

El texto destinado a la comunidad educativa había sido aprobado a través de la resolución n° 538 de la cartera educativa nacional en 1977 (hace 45 años), y llevaba la firma del entonces titular del organismo, Juan José Catalán. Se distribuyó oficialmente en las escuelas, tal como se hacía regularmente con este tipo de circulares en el sistema educativo nacional.

En los considerandos de la norma, la Dictadura describía detalladamente los propósitos que la impulsaban. Se trataba de “alcanzar (…) la vigencia de los valores de la moral cristiana, de la tradición nacional y de la dignidad del ser argentino y la conformación de un sistema educativo acorde con las necesidades del país que sirva efectivamente a los objetivos de la Nación”.

Hasta ahí por nuevo para la época, pero con el correr de la letra, la cosa iba para peor.

El documento agregaba en sus consignas que “el personal docente y directivo de los establecimientos educacionales es el que en definitiva, en forma directa, ejercita la transmisión de conocimientos y la conducción de sus respectivos ámbitos” y “por tal motivo resulta necesario proveer a dicho personal de la mayor información para el cumplimiento de sus funciones y de la delicada labor a su cargo”.

Afirmaba que “la tarea de captación del alumnado se desarrolla a través de las ideas y conceptos desde las cátedras”, “charlas, comentarios y consejos vertidos informalmente” y el “empleo de abundante bibliografía marxista”.

En igual plano, señalaba que “la incompetencia de algunos funcionarios, inspectores y docentes que, sin ser marxistas, son instrumentos del movimiento subversivo organizado, por comodidad, temor o negligente falta de información de la penetración ideológica que se está desarrollando”.

El folleto llegó a las escuelas. Las directoras y directores estaban obligados a distribuirlo entre los docentes y el personal administrativo. Los estudiantes no quedaban exentos: “En la medida en que lo permitan las características de los diferentes niveles de la enseñanza, se darán a conocer también a los educandos los conceptos incorporados al folleto”.

El documento en cuestión estaba eslabonado en diferentes secciones. En una escueta y tétrica presentación recordaba que “Muchos argentinos han entregado sus vidas enfrentando a la subversión y ello no tendría sentido si no se hace realidad en la acción docente esta exigencia de nuestros días”.

En el mismo sentido, recordaba que aquel no era “tiempo de vacilaciones” y que  resultaba“imprescindible asumir el rol que nos depara este especial momento histórico del país, conforme las circunstancias lo imponen”. Un eufemismo, en reemplazo de una frase que podría resultar un tanto chocante: delaten a sus compañeros; una invitación a denunciar a los colegas.

Posteriormente, venían los capítulos titulados “Conceptos generales”; “Organizaciones subversivas que operan en el ámbitos educativo”; Estrategia particular de la subversión en el ámbito educativo” y el corolario, “Construir el futuro”. Todo un camino, desde lo general a la particular concepción de fabricar el porvenir, a fuerza de garrotes, secuestros y desapariciones, entre otras tragedias.

Al final, las conclusiones aludían al pensamiento de la Dictadura sobre la tarea de los educadores y dicen “el accionar subversivo es desarrollado en todos los niveles educativos a través del personal docente marxista, con la colaboración directa o indirecta y muchas veces involuntaria del resto del personal”.

El folleto también concluye que “la actividad gremial, fuertemente infiltrada (…) utilizó a los docentes en el desarrollo de la política subversiva para la consecución de sus objetivos bajo la apariencia del logro de demandas reales y/o supuestas reivindicaciones”.

En el mismo informe, el Ministerio de Educación de la Dictadura asegura que “las ideas inculcadas en el ciclo primario son profundizadas en el secundario y complementadas en el terciario, para luego, como docentes, y ya en un rol decididamente activo, continuar la tarea de formación ideológica marxista en las nuevas generaciones que ingresan a la estructura educativa”.

El escrito es extenso y lo citado es solo una parte de su letra. Hay consignas tan claras como feroces. Hoy, cuesta despojarse de la incredulidad ante tamaño proyecto y eso, afortunadamente.

Esto ocurrió. Parafraseando a Jorge Luis Borges “el hecho que refiero pasó en un tiempo que no podemos entender”. En el Día de la Memoria por la Verdad y la Justicia es importante que intentemos entender, comprender que la Educación es una herramienta en pugna, tan necesaria como la conciencia y así de frágil. Cuidar la Educación es defender la democracia.