El río Paraná bajó frente al puerto de la capital de Entre Ríos a -30 centímetros (debajo del nivel del mar), continúa descendiendo su altura en la peor situación hídrica detectada desde 1944 y esperan que se acerque a esos niveles históricos.
Lejos de sus niveles normales y muy por debajo de la marca de aguas bajas, la bajante extraordinaria afectó la vida ambiental y social de ciudades a la vera del agua.
El gobernador de Entre Ríos, Gustavo Bordet, dijo que “se han secado humedales y lagunas donde están los peces, principal eslabón de la cadena” ictícola, y que “es algo histórico, que cuando uno lo ve desde el aire es aún más preocupante”.
Por ello, tomarán “medidas integralmente para la provisión de aguas en las ciudades, pero también para el resguardo de la biodiversidad del río y para proteger las especies y la fauna ictícola”, agregó.
El Instituto Nacional del Agua (INA) apuntó que prevalece una “tendencia descendente” que “continuará predominando en los próximos tres meses” al menos, y pidió “especialmente” mantener “la captación de agua fluvial para consumo urbano”.
Además, indicó que espera impactos en “las tomas de agua para consumo urbano, para refrigeración de centrales de generación eléctrica y de procesos industriales”.
También detalló sobre problemas en “la navegación fluvial, fauna íctica, estabilidad de márgenes” y una “exposición a incendios en márgenes e islas”.
El panorama en las localidades entrerrianas
En Paraná, el río bajó dos centímetros este miércoles y continúa lejos de su nivel de aguas bajas (2,30 metros) y de su altura promedio en julio (3,10 metros).
Según los pronósticos del INA, las aguas continuarán descendiendo y podrá alcanzar los -50 centímetros para el 17 de agosto próximo.
En Diamante, la altura también bajó y llegó al cero, muy lejos de los 2,40 metros del límite de aguas bajas y 3,85 metros menos que el promedio para esta época del año.
En ese sentido, el INA espera que el río llegue a un promedio de -0,72 centímetros de altura en agosto, y de -1,01 metros en septiembre.
En La Paz, el río Paraná descendió tres puntos y alcanzó los 26 centímetros, muy por debajo de los 3,20 metros de límite de aguas bajas y de los 3,69 que la Prefectura Naval Argentina (PNA) registró como promedio entre 1996 y 2020.
Allí, el INA espera que la altura continúe disminuyendo hasta los 4 centímetros a mediados de agosto, y que se acentuará “la condición de aguas bajas” pudiendo llegar a los -25 centímetros la semana próxima.
En tanto, en Victoria también bajó 2 centímetros las últimas 24 horas y se mantiene con 1,07 metro de altura, lejos de los 2,60 metros de aguas bajas y 1,03 metros menor al promedio de julio 2020, por lo que el INA no espera “una recuperación sensible en las próximas semanas”.
La bajante actual ya superó las marcas de 1971 (0,50 metros), las de 2020 y 1970 (0 metros), y hay que remontarse a 1944 para registrar una situación peor que la actual.
Ese año el río marcó -1,40 metros frente a Paraná, al igual que en Diamante (-1,38), Victoria (-41) y en La Paz (-1,11).
El secretario de Agricultura y Ganadería de Entre Ríos, Lucio Amavet, afirmó a Télam que la bajante “impactó fuertemente en acopiadores, fileteadores, transportistas y más de 3.000 familias de pescadores que viven de eso”, registrando “el cupo de exportación más bajo de los últimos 15 años”.
En tanto, el historiador, poeta y cantautor Roberto Romani dijo que “es un nivel nunca alcanzado, en Paraná no tenemos memoria de algo similar, y más allá de los perjuicios económicos, es un dolor desde lo ambiental que va a demorar años en recuperarse”.
Romani, autor de unos 25 libros, convocó “al Estado, la docencia, los medios y las familias a procurar transmitir lo que significa vivir en torno al río y su importancia” una vez que se supere esta bajante histórica.