Por Guillermo Cavia –
Quienes vivimos en Argentina nunca olvidaremos al genial Lionel Messi llevar la copa entre sus manos, avanzar con unos pasos que eran como la antelación al gran salto de alegría. Luego la explosión de multicolores brillantes, las lágrimas de los que allí estaban y la felicidad multiplicada por millones del resto de las personas que mirábamos con el corazón galopando de alegría y el alma emocionada.
Ese 18 de diciembre del año pasado un hombre miraba la final como también lo hizo en 1978 y 1986. Cuando Argentina salió campeón mundial por primera vez, él tenía 57 años. La segunda vez que Argentina fue campeón, tenía 65 años y ahora, en la tercera estrella ganada por la selección, tenía 102 años.
El hombre se llama Américo Smith, nació en Hinojo, partido de Olavarría en la Provincia de Buenos Aires, en noviembre del año 1920, trabajó casi toda su vida en el campo, fue lechero del pueblo y amigo de todas las personas. Por esas cosas del destino hace años que vive en la ciudad de La Plata. Desde allí se abrazó a un sueño, que es poder besar la copa del mundo.
La historia de vida de Américo Smith siempre ha brillado. Durante su niñez en el campo, en las calles de tierra de su tiempo adolescente, en la bicicleta llevando el tarro lechero para la entrega puerta a puerta. En la atención de un locutorio que armó en un garaje, en la construcción de un museo en ese mismo lugar. En su vida hay una guisa que lo impulsa, todos lo recuerdan con una sonrisa, noble, generoso, correcto, honrado, elegante y amigo respetuoso de su gente.
Antes de cumplir los 100 años se había propuesto conocer el mar y lo pudo hacer. Su sobrina y su nieta lo llevaron hasta la orilla del océano para que pudiera cumplir ese sueño. Ahora quiere besar la copa del mundo. No sabe si podrá hacerlo, pero desde aquí vamos a hacer todo lo posible. Creo que nos pueden ayudar las redes sociales, los contactos, quizás no sea imposible y Américo pueda lograr lo que está anhelando con 102 años.
La Copa del Mundo de la FIFA está hecha de oro macizo, pesa algo más de seis kilos. Se trata de un trofeo que solo pueden tocar el cuerpo técnico y los jugadores que lo ganan. La copa original, según se dice, se queda en la sede central del máximo organismo del fútbol, en Zúrich, Suiza. Aquí en Argentina hay varias réplicas y sin lugar a dudas cada una, es la copa del mundo 2022. Tal vez se le pueda facilitar el sueño a un hombre que tiene 102 años.
Siempre he pensado que las personas debemos tener un proyecto, un viaje, pintar una puerta, salir a caminar, hacer algo que programamos con antelación. Eso nos mantiene vivos, nos da el impulso para despertar a la mañana siguiente y sentir el corazón con fuerza de hacer, de querer. Américo nunca dejó de tener un proyecto, algunos son simples, como darse a su edad una vuelta en bicicleta o festejar el cumpleaños en la calle, con la camiseta de San Lorenzo puesta, pero ahora su deseo va por más. Parece inmenso, casi como conocer el mar.
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