Dr. Martín Zuccato –
Murió Diego Armando Maradona
A las 13.05 hs. del día de ayer, 25 de noviembre, este triste 2020 nos tenía todavía preparada una mala noticia más, verdaderamente demoledora para el humor de los argentinos.
La televisión comenzó a mostrar sorpresivamente trascendidos sobre el infarto que había sufrido Diego, que rápidamente se transformaron en placas con letra de catástrofe anunciando su muerte.
-No puede ser, Maradona no se puede morir, pensamos todos.
-¡Que rectifiquen, se equivocaron una vez más estos chismosos!, dijo una señora.
-¡Que gambetée a la muerte otra vez, como lo hizo antes, en Punta del Este!, dijo otro al pasar.
-Mejor apaguemos todo, y vamos a comer, dije yo.
Pero no sirvió de nada. La noticia entraba por todos lados, la traían todos, la mandaban desde todos los grupos de whatsapp.
Era cierto, Diego Armando Maradona, está muerto.
¿Y entonces? ¿No era un dios?
Quizás si lo fuera, pero no un dios perfecto, sino un dios al estilo griego, lleno de poderes sobrehumanos, pero también de pasiones y debilidades muy humanas.
Su lugar fue el fútbol, y desde su lugar, defendió como nadie los colores de la bandera nacional, en la victoria, como en el Estadio Azteca de México 1986.
Ese año supo trabajar en equipo y hacer causa común con Carlos Bilardo, un Director Técnico que quizás estaba en las antípodas de su personalidad. Todas las diferencias quedaron subordinadas al objetivo superior: ganar el mundial de fútbol, y lo lograron, enfrentando en la final a la siempre temible Alemania Federal. Antes de eso, Argentina derrotó nada menos que a la selección inglesa, y ese día Diego fue el autor de los dos goles quizás más famosos de la historia del fútbol, propinándole así una histórica derrota a Inglaterra.
Y más aún defendió con pasión nuestros colores en la derrota, como en la recordada final del mundial italiano de 1990, otra vez contra Alemania, esta vez en el Estadio Olímpico de Roma.
Al comenzar ese partido final, la insolencia del público europeo llevó a que todo el estadio silbara al Himno Nacional Argentino.
Diego esperó paciente el paneo de las cámaras de televisión, y una vez que lo enfocaron, sin ningún complejo, le propinó las mejores puteadas argentinas al público presente. Todos insultamos a esos tanos con él ese día. Él sabía el alcance de su gesto.
Luego, sin pensar en las tremendas lesiones que arrastraba desde hacía varios días en ambos pies, infló el pecho y salió a matar a Europa, solo si hacía falta, porque su socio -el velocísimo “Pájaro” Caniggia- había quedado afuera por acumulación de tarjetas amarillas.
Recordarlo dentro de una cancha siempre nos llenará de orgullo.
En todo el mundo ha impactado hoy su partida, y es natural, porque diego Armando Maradona era –es- quizás, la persona más famosa del mundo. Su nombre es un sello que hace que en los países más remotos siempre se encuentre una sonrisa de confianza para cualquier argentino.
Pero quizás su desaparición se nos torne aún más difícil de aceptar a los que ya pasamos los 50, porque fue él, y quizás solo él, quien nos dio ánimos y alegrías en años muy tristes, desde su planeta futbolístico, y porque se nos fue muy pronto, con solo 60 años.
Pero la muerte siempre es inoportuna, como ya se sabe.
Concluyamos, entonces, diciendo que Diego Armando Maradona es un dios argentino para todo el mundo, pero también es un demonio sudamericano para los ingleses.
Y eso está muy bien, y es mérito más que suficiente para entrar al Olimpo.