El segundo cero y el último presente

Por Guillermo Cavia –

Cada vida se abre en un segundo cero y se cierra en un último presente. Entre ambos, la existencia es un puente de memoria, donde lo humano se enlaza con lo cósmico.

En los laboratorios del MIT, los científicos han logrado observar lo que ocurre en el instante exacto en que comienza una vida humana. No hablamos de minutos ni de horas: hablamos del segundo cero, el momento inaugural en que el óvulo es fecundado.

Lo que vieron fue inesperado. Tras la fecundación, ondas bioquímicas recorren el óvulo como si alguien hubiera presionado un interruptor invisible. No es un caos molecular: es una señal organizada de activación, un verdadero segundo cero biológico que pone en marcha todo lo que vendrá después.

Estas ondas siguen patrones rítmicos y proporciones que los investigadores comparan con las formas que se repiten en toda la naturaleza: espirales, secuencias de Fibonacci, proporciones áureas. El inicio de la vida humana se revela así como parte de una gramática cósmica, la misma que ordena galaxias, conchas marinas y ramas de árboles. La ciencia confirma que la fecundación no es solo unión de gametos: es la puesta en marcha de un sistema ordenado, donde cada señal cumple un papel preciso en la construcción de la existencia.

Pero si existe un segundo cero que inaugura la vida, también existe un último presente que la cierra. Ese instante final en que la conciencia toca por última vez el mundo, antes de convertirse en recuerdos. Un viaje desde el segundo cero hasta el último presente. Ese instante final donde la persona deja de ser cuerpo para transformarse en recuerdo. En todo lo que es pasado.

Diversas investigaciones en neurociencia han demostrado que la conciencia no se extingue de manera abrupta, sino que atraviesa una transición marcada por patrones eléctricos específicos en el cerebro. Estudios con electroencefalografía (EEG) en pacientes terminales han registrado actividad organizada incluso segundos después del paro cardíaco, incluyendo ondas gamma asociadas a percepción y memoria. Estos hallazgos sugieren que podría existir un instante final de experiencia consciente —un último presente— en el que las redes neuronales aún operan de forma coherente antes del apagamiento definitivo. Desde la filosofía de la mente, este fenómeno puede entenderse como la última unidad de experiencia subjetiva, un bloque de tiempo vivido que cierra la continuidad de la conciencia.

La existencia humana puede pensarse como un puente tendido entre dos instantes:

  • El segundo cero, donde la vida se activa en proporciones universales.
  • El último presente, donde la vida se despide y se convierte en memoria.

Entre el segundo cero y el último presente, la vida se despliega como una secuencia de experiencias conscientes. Cada existencia comienza con la activación ordenada de la biología y concluye con la desactivación de la conciencia, dejando un registro que la ciencia puede estudiar y la memoria conservar.

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