La cobardía anda en camionetas en la localidad de Nueve de Julio

Editorial –

En la localidad de Nueve de Julio, un hecho reciente expuso con crudeza la miseria de ciertos comportamientos sociales: un grupo de jóvenes, amparados en la comodidad de las camionetas de mamá y papá, decidió pasar frente a la casa de un joven discapacitado para insultarlo y arrojar pirotecnia.

No se trata de una travesura ni de un exceso festivo. Es un acto de cobardía y violencia que desnuda la fragilidad moral de quienes creen que el ruido y la humillación pueden convertirse en diversión. La camioneta, que en algunas ocasiones es distintiva de poder heredado, se transforma aquí en guarida de la impunidad: un vehículo que protege a quienes no tienen el valor de enfrentar la vida con dignidad ni respeto.

El insulto dirigido a un joven discapacitado no es solo una agresión personal, es un ataque a toda la comunidad. Porque cada vez que se vulnera la dignidad de uno de sus miembros, se hiere el tejido colectivo. La pirotecnia, lanzada con la intención de asustar y marcar territorio, se convierte en metáfora de una sociedad que aún tolera la burla hacia la diferencia.

La pregunta que queda flotando es incómoda: ¿qué celebran estos hijos de mamá y papá? ¿La cobardía de esconderse detrás de un volante? ¿La herencia de un apellido que les da acceso a camionetas pero no a valores? ¿La risa fácil que se alimenta de la humillación ajena?

La agresión ocurrió en horas de la madrugada, los agresores lanzaron fuegos artificiales contra las ventanas e hicieron insultos discriminatorios desde la calle. Según trascendió, los responsables serían compañeros de escuela de la víctima y ya habrían sido identificados.

La comunidad de Nueve de Julio merece otra clase de juventud: aquella que se organiza para acompañar, que transforma la fiesta en encuentro, que entiende que la dignidad no se negocia. Frente a la cobardía, la respuesta debe ser clara: solidaridad, memoria y denuncia.

La cobardía se escuda con grupos violentos, no olvidemos la muerte de Fernando en las calles de Villa Gesell hace algunos años.

La valentía no se mide en caballos de fuerza ni en el estruendo de la pólvora, sino en la capacidad de mirar al otro con respeto y reconocer en su diferencia la riqueza de lo común.

https://www.instagram.com/reel/DSvrEcPkwWS

Imagen: Copilot IA.