Por Iardena Stilman* –
Este viernes 25 de noviembre, la fecha no es azarosa, se conmemora el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. Esta es una iniciativa de la ONU para denunciar las distintas violencias que se ejercen sobre el género en todo el mundo y reclamar la implementación de diferentes políticas públicas para erradicarla de manera definitiva.
La Declaración sobre la Eliminación de la Violencia contra la Mujer (1993)define esto como ¨…todo acto de violencia que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual, o psicológico para la mujer, así como las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto si se produce en la vía pública como en la vida privada¨ Además remarca que las consecuencias negativas en la salud sexual y reproductiva como la afectiva y mental afectan durante toda la vida. Más allá de los daños físicos y/o psicológicos que pueda causar en cada una de ellas también genera vergüenza, silencio y estigmatización para las víctimas que muchas veces profundiza el enorme daño ya sufrido y enquistado.
Cuando hablamos de violencia contra la mujer, estamos hablando concretamente de una violación contra los derechos humanos. Esto parecería tan simple que no debería ser aclarado. Pero si, es necesario aclarar. Porque la violencia continua frente a preguntas o afirmaciones sobre vestimenta, gustos y horarios entre otras cosas.
Según un informe de la ONU dos de cada tres mujeres padecieron algún tipo de abuso o violencia o conocen a alguna mujer que sufre esta situación. Además, sólo una de cada diez recurre a la policía en búsqueda de ayuda y esto lógicamente tiene que ver con la falta de respuestas y soluciones concretas de parte de las fuerzas y de la justicia.
Escribo esto en estos días donde se celebra un mundial en una parte de nuestro planeta donde las mujeres no gozan de la libertad y derechos que sí tienen los hombres.
Entre otras violaciones, las mujeres en Qatar están ligadas a un hombre de referencia y quedan bajo la tutela de su marido una vez casadas. Viven bajo un régimen de tutela masculino sin tener derecho a tomar decisiones sobre su propia vida como casarse, viajar, ir a la universidad, tomar un taxi o recibir servicios de salud entre otros. Tampoco pueden decidir sobre sus hijos, aunque comparten la tutela de los varones, hasta los trece años y de las hijas hasta los quince. Luego la tutela es únicamente responsabilidad del hombre. No pueden pedir el divorcio y la ley es clara, no puede negarse a tener relaciones sexuales y debe obedecer al marido.
Todo esto, que es solo una parte, no es violencia? Ahí se está celebrando nuestro ansiado mundial, donde los derechos de las mujeres son vulnerados diariamente, con el apoyo de un sistema y organización patriarcal y ancestral y yo siento que el sueño de eliminación de la violencia contra la mujer, tan necesaria y ansiada se diluye como un espejismo en el desierto.
*Directora general de ACADP en Asociación Civil Argentina de Puericultura