
La vuelta a las clases presenciales en forma progresiva en todo el país no solo necesita seguir protocolos sanitarios, sino también enfrentar los miedos de los alumnos, docentes y padres, quienes deberán aprender a gestionar esas emociones a través de “otro protocolo que dé respuestas a los bruscos cambios” en el espacio escolar tras casi un año de confinamiento por la pandemia, señalaron especialistas en salud mental infantil.
Este “protocolo emocional” es necesario para que el miedo “no interrumpa los procesos de aprendizajes” y favorezca “el reencuentro y la resocialización de los alumnos” luego de que niños y adolescentes pasaron “muchas horas al día frente a una pantalla con hábitos y rutinas muy distintos”, subrayaron los expertos.
Un estudio efectuado por Unicef, el Instituto de Neurología Cognitiva (Ineco) y el gobierno porteño, a mediados del año pasado, relevó que durante el aislamiento se incrementó la irritabilidad en los niños quienes se volvieron muy dependientes de sus padres, expresando su temor de contactarse con los demás, mientras que entre los adolescentes prevalecieron las sensaciones de desánimo, baja confianza en el futuro y decaimiento afectivo.