Por Guillermo Cavia –
Cuando era un niño, con mi mamá tomábamos en la estación de trenes de Olavarría, “La estrella del Valle”. Era una formación de pasajeros que pasaba diariamente, venía de Zapala hacia Capital, todos los días. El tren, que salía a las 10 de la mañana llegaba a las 14 a Plaza Constitución. Sólo cuatro horas de viaje. Ahora el mismo recorrido se hace en siete. ¿Qué nos pasó? ¿Son divergencias entre los que deciden? ¿Es un síntoma de la clase dirigente? ¿Es un problema de ciudadanos? Pasar de cuatro horas a siete no está dentro de una lógica, sino que muestra lo que somos como país que hace décadas intenta desarrollarse, pero que no lo logra. Es parte de una esperanza que se renueva, que emana desde tiempos remotos, pero que nos tiene atrapados en la mediocridad. No avanzamos, sino que retrocedemos. No es culpa de trabajadores, tampoco de empresarios, ni de políticos, ni de gremialistas, o de profesionales, de estudiantes, es claramente un problema de ciudadanos.
En la mañana de hoy, un joven que caminaba por la calle 48 entre 1 y 2 de La Plata, encontró un celular, el mismo que hacía un instante una chica dejó sin querer en la pared cerca de la ventana de un edificio. En el vídeo de seguridad se observa que el joven lo mira, presta atención a su entorno, luego sin más se lo lleva. La sensatez hubiera sido mantenerlo encendido para que la persona que lo extravió, o alguien que llame, pueda conocer que el celular está perdido y, que quien lo encontró, tiene la posibilidad de devolverlo. Pero no, el raciocinio que impera en nuestra sociedad es apagarlo y sentir la viveza de haber encontrado un celular y no devolverlo.
“La ocasión hace al ladrón” surge de una obra italiana del año 1810, casualmente el mismo de nuestra revolución de mayo. Quizás porque desde entonces nuestra tierra ha sido saqueada tantas veces y porque hemos construido desde ese entorno de robos, arreglos, dádivas, coimas, pactos, acomodos, malversaciones, desfalcos, es que no hemos podido recomponernos nunca. Tal es así que cuando una persona encuentra algo y lo devuelve, es para nuestra sociedad un hecho noticiable, mientras que son moneda corriente los robos a diario.
Entre el tren que tardaba cuatro horas para recorrer 347 kilómetros y el robo de un celular en la mañana de hoy, hay un nexo directo, que nos atraviesa a todos, nos mantiene siempre atrás, subdesarrollados y subiendo una cuesta que difícilmente podamos alcanzar alguna vez. El enlace de lo acontecido en la mañana de hoy explica que tenemos una condena propia, una venda para no poder lograr el progreso, la mejora, el desarrollo, la evolución; no tenemos ventajas, porque somos nuestro propio problema, una sociedad que se condena. Porque el estudiante que se ve en el vídeo de seguridad del edificio, está robando. Mañana será profesional, quizás gremialista, político, hasta presidente, tal vez sea quién deba decidir, que un tren en nuestro país esté condenado al retroceso o signado al desarrollo.