Nacido en 1948 en San Martín, provincia de Buenos Aires, Pedro Opeka fue ordenado sacerdote en la Basílica de Luján en 1975. Con la colaboración de un grupo de estudiantes universitarios, en 1989 fundó la Asociación Humanitaria Akamasoa (“Los buenos amigos” en malgache) para ayudar a las personas pobres de Antananarivo que vivían en el basurero de Andralanitra y en las calles de la capital.
El Primer Ministro de Eslovenia, Janez Janša, ha propuesto la candidatura del misionero lazarista Padre Pedro Opeka, presbítero argentino y de la comunidad de Akamasoa, fundada por él en las afueras de Antananarivo, en Madagascar, para el Premio Nobel de la Paz 2021.
“Los esfuerzos humanitarios del misionero y sus colaboradores en Madagascar se han convertido en un proyecto de paz global en la lucha contra la pobreza, la marginación y la injusticia, para que los pobres de todo el mundo puedan llevar una vida digna”, explica el portal del Gobierno de la República de Eslovenia. Janša también recordó lo que el ex presidente de Madagascar, Hery Rajaonarimampianina, dijo en 2014 sobre el padre Opeka, al que describió como “un faro vivo de esperanza y fe en la lucha contra la pobreza.”
“El lazarista ha librado muchas batallas contra la pobreza, dando esperanza a quienes viven en los márgenes de la sociedad y ofreciéndoles nuevas oportunidades para una vida más digna. Lleva casi 50 años ayudando a los más pobres entre los pobres, a los sin techo y a los últimos, permitiéndoles llevar una vida independiente, proporcionándoles educación, trabajo e independencia financiera”.
El portal de noticias Vaticannews, informó que la comunidad de Akamasoa, que cumplió 30 años en 2019, abarca ahora más de 18 aldeas, donde personas y familias que antes no tenían hogar viven en más de 4 mil casas de ladrillo. Ofrece a los niños y jóvenes una educación integral, desde el jardín de infantes hasta la universidad, y en la actualidad unos 13 mil están incluidos en el sistema escolar.
Los jóvenes también tienen la oportunidad de formarse en diversas profesiones. Akamasoa también cuenta con seis clínicas, tres hospitales, cuatro estructuras sanitarias para la maternidad y 18 campos deportivos. Gracias a los esfuerzos del padre Opeka y sus colaboradores, se ha ayudado a más de medio millón de personas pobres en Madagascar y Akamasoa consigue proporcionar unos 5 millones de comidas cada año.
Unos 500 nativos trabajan en Akamasoa, mientras que un total de 4.000 personas trabajan en las canteras, en las pequeñas granjas y en los diversos talleres y tiendas. Además de Akamasoa, el padre Opeka ha creado varias estructuras educativas en el país, ahora gestionadas por instituciones estatales.
Entre otras cosas, el religioso enseña a los jóvenes a respetar la naturaleza, apoya firmemente la reforestación y la protección de los bosques -el 70% de los cuales han sido destruidos en Madagascar- y cada año, junto con muchos jóvenes, planta unos 50.000 plantones. La comunidad de Akamasoa tiene amigos, donantes y partidarios en varios países del mundo, y su ejemplo les enseña a ayudar a los más vulnerables.
Fuente InfoGEI.