Un camionero decidió profanar con aerosol lo que le pertenece a todos

Por Luna Carrara* –

En el corazón del Parque Nacional Nahuel Huapi, donde la naturaleza se ofrece como un templo de silencio y belleza, un camionero decidió profanar con aerosol lo que pertenece a todos. No bastó con el graffiti: cuando alguien intentó registrar la agresión, el conductor levantó una piedra, gesto primitivo de amenaza, como si la violencia pudiera acallar la verdad. Obviamente se trata de un idiota de turno de los tantos que tiene este país.

Ese aerosol, abandonado luego en medio del entorno, es más que un objeto: es el símbolo de una cultura ausente, de una mano que no comprende que cada árbol, cada roca, cada lago es memoria viva de un pueblo y de una nación. Es el acto de quienes reducen lo sagrado a basura, de quienes confunden fuerza con impunidad. ¡Ni siquiera se llevó su aerosol! Lo dejó allí tirado. Puedo pensar que su accionar se reduce a un bajo grado de evolución de la escala humana.

Incluso al momento de ser interceptado por una persona desde un vehículo, dejó de escribir, pero luego regresó para terminar su mensaje, demostrando que es un pelotudo importante. “Ana y Gustavo” dice en el parabrisa del camión de la empresa “Sierra” y es lo mismo que grabó en la pared de roca de la cordillera de los Andes en el sector del Valle Encantado.

El hombre que en vez de ser romántico con Ana, escribe piedras en el camino, ya fue identificado, se llama Gustavo Páez y el transporte Sierra responde la localidad de Macachín en La Pampa.

En las rutas a los costados del camino se suelen ver, principalmente en la ruta Nacional 22, como en otras, botellas llenas de un liquido que es orina, es de algunos transportistas que hacen sus necesidades dentro de la botella din detenerse, para luego tirarla por la ventanilla. Uno puede pensar que al tener que parar para ir al baño pueden perder tiempo y así con la botella encuentran una solución, pero de ahí a tirarla por la ventanilla hay varias cabezas huecas de diferencia.

Pero en el caso de la pintada, la comunidad no calló. El video circuló, las autoridades reaccionaron, y se iniciaron acciones administrativas y legales contra el implicado. Porque no se trata solo de sancionar a un individuo: se trata de defender el derecho colectivo a un entorno digno, de recordar que la naturaleza es patrimonio común y que su profanación es una herida a todos.

La piedra levantada contra la cámara es la misma piedra que amenaza nuestra memoria. Y cada vez que alguien la alza, debemos responder con la firmeza de la ley y con la voz de la comunidad. Que este episodio sea un recordatorio: la dignidad de nuestros parques no se negocia, se defiende.

*Colaboración para En Provincia –

Fotografía: Archivo web.