Por Elda Cantú
Atardece. Las calles se van cubriendo de sombras, mientras las luces de los negocios, de las calles y vehículos que transitan por ellas, quieren acompañar a las personas que van y vienen dando movimiento a nuestra gran ciudad.
Camino despacio, mirando a mi alrededor, disfrutando de la noche tranquila y apacible. Miro una y otra vidriera para admirar los artículos que hay en ellas. Me detengo en una donde exponen antigüedades y veo un violín bien lustrado con su arco, como preparado para ejecutar una de esas canciones que tanto me gustan, que me hacer recordar momentos que jamás podré olvidar porque forman parte de mi vida.
No sé cuánto tiempo estuve allí observándolo, cerrando los ojos como si escuchara las notas que vibran en sus cuerdas con su sonido delicado y seductor. Sigo mirando los cuadros, las vasijas y allí, al fondo del local, un florete que, a juzgar por su aspecto, parece un arma antigua, de esas que usaban dos hombres enfrentados para saldar alguna deuda o simplemente para hacer alardes con su exhibición. No tengo conocimiento sobre armas, sólo las he visto en películas, pero realmente llamó mi atención, porque nunca había visto una tan cerca. Me hice el propósito de volver para tocarla y sentir lo que produce en mí.
Dejé ese lugar pensando en esos dos instrumentos tan distintos entre sí, que se usan en ocasiones especiales, por personas preparadas para ello. Y creo que es así, porque no todas las cosas que pasan por nuestras manos tienen el mismo valor, pero que todo lo que nos rodea nos dan cierta utilidad, como la lapicera con la que escribo, un pocillo de café humeante que me acompaña mientras cuento lo que vi en esa vidriera, o el frasco que contiene el café, un simple frasco de vidrio y sin embargo tan necesario que resulta para proteger ese café porque es lo más apropiado para guardarlo.
Nos rodean muchísimas cosas a las que vemos diariamente, pero que no prestamos atención, precisamente porque están al alcance de nuestras manos, como un frasco de vidrio, pero tan importante como un florete o un violín.
Realizado en el Taller de Cuentos de “Al Pie de la Letra de María Mercedes G”